da5id on 19 Sep 2000 07:29:40 -0000 |
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[nettime-lat] presentacion y articulo II |
Por tanto -según esta posición- todos los profesionales implicados en la industria de la pornografía son unos seres malvados sin el menor rescoldo de responsabilidad social. Afortunadamente, podemos ponerles unas cuantas pegas a este argumento. En primer lugar, parecería seguirse de aquí que, cuando uno va a la panadería de la esquina a comprar, seguramente trata al dependiente o dependienta como un puro medio para suministrarle pan. A no ser que haya alguna relación de amistad por medio, es muy difícil que uno se pregunte por las emociones u objetivos de esa persona. Llevado al extremo, la máxima kantiana convertiría en inmorales la mayoría de prácticas habituales entre humanos. No hay que ser un Nietzsche para sospechar que algo va mal en el argumento de marras. Por otro lado, visiones menos formalistas y más agradables de la ética creen que no se pueden prohibir cosas que están en la naturaleza de los humanos. Bertrand Russell decía que el cristianismo era una religión inhumana. Según Russell, pedir que ames a tu enemigo es una auténtica barbaridad, que ha hecho infeliz a todas aquellas personas que se han tomado la regla de oro literalmente. Es razonable pedir que te tomes las cosas con calma y no agredas a tu enemigo, hasta se puede pedir que convivas pacíficamente con él, pero pedir que encima lo ames, cuando es tu enemigo, parece un ejercicio totalmente pasado de vueltas. Aunque no quiero meterme en camisas de once varas religiosas, la idea de Russell me parece interesante aplicada a espacios más mundanos: la chafardería o la excitación sexual son propiedades básicas de los humanos. Igual no son nuestras mejores capacidades, pero sería estúpido negar que las tenemos. Así cuando alguien ataca al maquetador de Penthouse por colaborar imperialísticamente con la sojuzgación de la mujer o al director de arte de El Gran Hermano por ayudar a la creación de una sociedad vigilada, mi respuesta es que hablamos de prácticas populares entre los seres humanos, de las que tod@s somos responsables y que convertir a unos cuantos mandados en cabezas de turco es un hipócrita ejercicio de simplificación. Es mucho más razonable admitir que la pulsión para la pornografía y la chafardería existen y asegurarse simplemente de que nadie es obligado a participar en contra de su voluntad. Otra cosa muy diferente sería un artista multimedia que cree que la pornografía es humillante para la mujer o que El Gran Hermano es la primera piedra de un fantástico rompecabezas para lavarnos el cerebro y dirigirnos hacia la sociedad descrita por George Orwell en 1984, y sin embargo trabajara para una editorial porno o para el archifamoso programa de televisión. En ese caso sí tenemos un profesional que ha abjurado de sus valores éticos, de su responsabilidad social y se ha convertido en una pieza de la totalitaria sociedad post-industrial y tanto por su bien como el de la sociedad, no puedo evitar recomendarle que se lo piense muy mucho y ofrezca sus talentos a otro tipo de entidad que sea moralmente responsable según sus criterios. 3. Rebelión en las aulas. Seguramente lo que más me molesta de la cháchara habitual acerca de la responsabilidad social es que se considera muy importante -y de hecho lo es-, pero se da por garantizada. Tener habilidad a la hora de combinar colores es hasta cierto punto una habilidad natural, pero no es menos cierto que en las escuelas de diseño se puede hacer mucho enseñando formas correctas e incorrectas de combinar. Pienso que la responsabilidad social es algo que debería enseñarse en las aulas, y todos los profesionales deberían tener asignaturas donde se les explicaran algunas de las consecuencias de sus actos, consecuencias que no tienen que conocer necesariamente. Todos somos intrusistas a la hora de hablar de responsabilidad social, y ya va siendo hora que esa materia también se estudie y sea evaluable. A la hora de la verdad, la universidad es pública, y debería reconocer todas las necesidades de la sociedad. No solamente las de tipo económico. Así pues, las facultades técnicas, desde sus planes de estudio, deberían formar los profesionales que la sociedad necesita. Y eso no quiere decir sólo crear profesionales técnicamente capaces de entrar en el mercado de trabajo -aunque también quiera decir eso. Necesitamos que la responsabilidad social se enseñe también en las aulas. Desde luego, es más fácil decir eso que hacerlo. Un primer paso sería que los profesores se reciclaran para que en sus clases se hable también de las responsabilidades sociales de las tecnologías multimedia. Si se habla de publicidad, por poner un ejemplo, que no se hable sólo de ésta a nivel técnico, o profesional. Que no se limiten a indicar su importancia en el comercio actual. Que se hable también de su valor social, al transmitir una serie de estereotipos de cómo se debe vivir, intentándonos vender una felicidad basada exclusivamente en el concepto de consumo. Otro tarea muy importante es el de ofrecer una "navegación sociológica". Mostrar a los estudiantes la rica diversidad que existe actualmente en los medios, cómo uno puede encontrar webs, revistas, arte en CD-ROM que tratan de las cuestiones más variadas y desde los más diversos puntos de vista. Argumentar lo bueno que es que ello sea así e intentar convencer a los futuros profesionales de lo importante que es no perder esta riqueza en contenidos y posiciones. Pero mientras esa utopía educativa se cumple, ¿Hay algo que pueda hacer el artista multimedia y el diseñador gráfico para ejercitar su responsabilidad social? Creo que sí, y para acabar ofrezco, en forma de decálogo, algunos principios que nos pueden ayudar en alguna situación concreta. 4. Decálogo de la responsabilidad social del artista multimedia. 1. Sé tu mismo. Cuando decidas objetar ante determinado trabajo por considerar que viola algún criterio básico, hazlo solo si eres tú quien lo encuentra así. Si, por poner un ejemplo, la pornografía te parece algo inofensivo, y te ofrecen un trabajo bien pagado en esa industria, acéptalo sin hacer caso a los moralistas de tres al cuatro que creen que sólo es bueno y justo lo que ellos aceptan. 2. Sé tolerante. Como reverso del punto 1, recuerda no universalizar tus visiones particulares. Aunque te parezca que la pornografía es denigrante, no machaques a tus compañeros si para ellos es algo inofensivo 3. No te obsesiones por las ramificaciones de tu trabajo. Si te pones a investigar, seguro que tarde o temprano descubrirás que tu empresa tiene alguna relación directa o indirecta con explotación en el Tercer Mundo, crímenes ecológicos y otros desastres éticos. Recuerda que hasta el Vaticano hizo pactos con Hitler y negocios con la mafia. 4. Piensa en las implicaciones sociales de tu trabajo. Además de imaginarte más repleta tu cuenta corriente y la satisfacción de ganar un premio, recuerda que la imagen es un poderoso transmisor de modelos y símbolos. Intenta desarrollar tu trabajo de forma que evite los tópicos sociales represores y muestra imágenes con roles positivos y más armónicos, que conduzcan a una sociedad más justa. 5. No seas fariseo. No hay nada malo en ganar dinero, y además transmitir valores positivos. Es estupendo dedicar el tiempo libre para una buena causa, pero si también ganas dinero ayudando a esa buena causa pues mejor que mejor. 6. Infórmate. Hasta que la responsabilidad social sea asignatura en las aulas (suponiendo que eso pase algún día) lo cierto es que la mayoría de los artistas y profesionales de los medios no somos conscientes de las repercusiones sociales de nuestro trabajo. Es sano leer revistas, publicaciones electrónicas, etc. que traten de los aspectos sociales y políticos del diseño. Piensa que también hará tu trabajo más interesante. 7. Derriba tu torre de marfil. Relaciónate. Investiga cómo afecta tu trabajo entre el público. Cómo ven tal anuncio, cartel o programa informático. Descubre lo que piensan otros profesionales de lo que presentas. Tu obra mejorará y tendrás acceso de primera mano a las implicaciones sociales de tu trabajo. 8. Piensa en las implicaciones ecológicas de tu trabajo. Aunque desde luego no deberá ser tu criterio principal, no está nunca de más pensar en los árboles que murieron inútilmente por imprimir un borrador que, a fin cuentas, no utilizaste luego para nada o que las tintas también contaminan lo suyo. 9. Devuelve los golpes. Como se ha dicho al principio, la gente parece ser muy selectiva a la hora de decidir quién tiene responsabilidad social, y lo cierto es que cualquier profesional tiene cierta responsabilidad social. Piensa en un infórmatico, sin ir más lejos. En una sociedad tan computerizada como la nuestra, los ingenieros son los reyes del mambo, pero prácticamente nadie les exige responsabilidad social en sus creaciones. Cuando te hablen de tu responsabilidad social, recuérdales que ellos cumplan también su parte. Pero no lo hagas como ejercicio dialéctico. Transmitir esta idea, que la responsabilidad social es una cosa de todos, es seguramente una de las ideas más importantes que un profesional de los medios puede transmitir. 10. Aprovecha lo que puedas de este manifiesto y tira lo que no te convenza. Constrúyete tu propio manifiesto. _______________________________________________ nettime-lat mailing list nettime-lat@nettime.org http://www.nettime.org/cgi-bin/mailman/listinfo/nettime-lat