ricardo dominguez on 21 Feb 2001 00:44:34 -0000 |
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[nettime-lat] Los diablos del nuevo siglo |
-----BEGIN PGP SIGNED MESSAGE----- Los Diablos del Nuevo Siglo. (Los n~ios zapatistas en el a~o 2001, Se'ptimo de la guerra contra el olvido). A los ni~os y ni~as de Guadalupe Tepeyac en el Exilio. "Miguel Kantun, de Lerma, es amigo de Canek. Le escribe una carta y le manda a su hijo para que haga de e'l un hombre. Canek le contesta dicie'ndole que hara' de su hijo un indio." "Canek. Historia y leyenda de un he'roe maya". Ermilo Abreu Go'mez. Este no es un texto poli'tico. Es sobre los ni~os y ni~as zapatistas, sobre los que estuvieron, sobre los que esta'n y sobre los que vendra'n. Es, por tanto, un texto de amor... y de guerra. Los ni~os pueden producir guerras y amores, encuentros y desencuentros. Magos impredecibles e involuntarios, los ni~os juegan y van creando el espejo que el mundo de los adultos evita y aborrece. Tienen el poder de modificar su entorno y convertir, es un ejemplo, una hamaca vieja y deshilachada en un moderno avio'n, en un cayuco, en un carro para ir a San Cristo'bal de Las Casas. Un simple garabato, trazado con el lapicero que la Mar les facilita para estos casos, les da bateri'a para contar una complicada historia donde el "anoche" abarca horas o meses, y el "al rato" puede querer decir "el siglo que viene", donde ( ?alguien lo duda?) ellos y ellas son he'roes y heroi'nas. Y lo son, pero no so'lo en sus historias ficticias, tambie'n y sobre todo en su ser ni~os y ni~as indi'genas en las monta~as del sureste mexicano. 9 son los ci'rculos del infierno de Dante. Nueve las ca'rceles que encierran a los ni~os indi'genas en Me'xico: hambre, ignorancia, enfermedad, trabajo, maltrato, pobreza, miedo, olvido y muerte. En las comunidades indi'genas de Chiapas, la desnutricio'n infantil llega hasta el 80%, el 72% de los ni~os no alcanzan siquiera a terminar el primer a~o de la primaria escolar, y en todos los hogares indi'genas ni~os y ni~as, desde la 4 a~os de edad, deben cortar y acarrear le~a para comer. Para romper esos ci'rculos hay que pelear mucho, siempre, incluso desde ni~o. Hay que luchar fuerte. A veces hay que hacer una guerra, una guerra contra el olvido. He dicho que e'ste es un texto sobre los ni~os y ni~as que estuvieron. Como es de caballos y caballeros que "las damas primero", empezare' por ese recuerdo que aspira a no repetirse. Se trata de "la Paticha". Ya antes hable' de ella y, a trave's de ella, de todos los nonatos del so'tano de Me'xico. Mucho se ha escrito, para bien o para mal, sobre las causas del alzamiento zapatista. Yo aqui' aprovecho para proponer otro punto de partida: los zapatistas nonatos, es decir, buena parte de los ni~os zapatistas. Rara es la familia indi'gena en Me'xico que no cuente 3 o' 4 ni~os muertos antes de los 5 a~os. Miles en las monta~as del sureste mexicano, decenas de miles en el desva'n abandonado por la "modernidad" gobernante: los pueblos indios, los habitantes originales de estos suelos. Con menos de 5 a~os de edad, la Paticha murio' de una fiebre. En unas horas, una calentura le quemo' los a~os y los sue~os. ?Quie'n fue el responsable de su muerte? ?Que' conciencia se fecundo' con su desaparicio'n? ?Que' duda se resolvio'? ?Que' miedo se derroto'? ?Que' valenti'a florecio'? ?Que' mano se armo'? ?Cua'ntas muertes como la de Paticha hicieron posible la guerra que inicio' en 1994? Las preguntas son importantes, porque la muerte de la Paticha fue una muerte oscura. Ya antes dije que ni siquiera se tomo' como deceso, pues para el Poder nunca nacio'. Es ma's, la nonata llamada Paticha murio' en la oscuridad de la noche, en el olvido. Sin embargo, oscuridades como la de su muerte son las que iluminaron la mediocre noche de este pai's, en 1994... I. Y, hablando de oscuridades fe'rtiles, debe de haber una explicacio'n cienti'fica para dar cuenta de co'mo una oscura nube puede dar paso al destello poderoso de un rela'mpago. Hay muchas explicaciones ideolo'gicas, pero au'n antes de que el hombre diera cuenta, en ceremonias, libros y coloquios, de la maravilla de una tormenta nocturna, ya lo oscuro produci'a claridad, ya la noche pari'a al di'a, y ya el fuego ma's fiero deveni'a en fresco aliento. Asi' que es e'sta una madrugada particularmente oscura. Sin embargo, para sorprender a los ma's brillantes meteoro'logos (o simplemente para contradecirlos), al horizonte de oriente se le desgarran sendos rayos, ramas secas de luz cayendo del luminoso a'rbol que la noche esconde detra's suyo. Es asi' la noche un negro espejo, una sombra quebra'ndose de amarillo y naranja. Un espejo. El marco lo forman los cuatro puntos cardinales de un horizonte de sube y baja, arbolado y gris oscuro. Un espejo visto por el lado oscuro del espejo. El lado oscuro de un espejo, advirtiendo lo que lleva detra's, prometie'ndolo... Todas las historias esta'n pobladas de sombras. En la zapatista, no son pocas las que han delineado nuestra luz. Estamos llenos de pasos de callado andar que, sin embargo, hacen posible el grito. Son muchos y muchas los que se quedan quietos para que el movimiento camine. Muchos rostros difusos que permiten aclarar otros rostros. Alguien dijo que el zapatismo teni'a e'xito porque sabi'a tejer redes. Bueno, pues detra's nuestro hay muchas tejedoras de a'gil mano, de ingenio grande, de prudente paso. Y, mientras sobre cada nudo de la rebelde red de los olvidados del mundo se alza una luz incandescente y breve, todavi'a en las sombras ellas tejen nuevos trazos y abrazos... Y hablando de tejedoras y de abrazos, yo me desprendo del tibio y fresco de la Mar en el lecho, y salgo a caminar apenas unos pasos, en esta madrugada en que febrero reitera su desvari'o y anuncia la llegada de la liebre de marzo. Ahi' noma's, donde el monte es territorio de la noche de abajo, unos cocuyos se alborotan con la caliente humedad que anuncia la tormenta. Una sombra peque~a solloza cerca de la hamaca. Yo me acerco hasta distinguir a un peque~o hombrecito, chaparro, bigoto'n y bastante entrado en a~os y carnes. Dos maltrechas alas de carto'n rojo corrugado, un par de peque~os cuernos y una cola terminada en punta de flecha hacen que parezca un diablo. Si', un diablo. Un diablo bastante maltratado. Un pobre diablo... - - !"Pobre diablo" tu abuelo! - masculla la diminuta figura. Yo no me arredro. Aunque mi cabeza y mis piernas me dicen que corra lejos de ahi', yo soy el hombre de la casa (bueno, de la champa, pero creo que me entienden) y no debo abandonar a la Mar, que es la mujer de la casa. Asi' que tantas peli'culas de Pedro Infante me imponen que resguarde la casa y, puesto que "Marti'n Corona" y "Ahi' viene Marti'n Corona", debo refrenar mis ganas de salir huyendo. Bueno, al menos no sin avisarle antes a la Mar que, como ya dije antes, es la mujer de la casa de la que yo soy el hombre de la casa. Asi' que no intento ninguna "retirada estrate'gica" y, como siempre que el terror se apodera de mi', enciendo la pipa y hablo. Hago algu'n comentario ocioso sobre el inestable clima y, viendo que no hay respuesta, aventuro... - - Asi' que escuchas lo que pienso... - - - Como si lo gritaras - responde el hombrecito. - - !Y no me llames hombrecito! - chilla el... - - Luzbel, lla'mame Luzbel - se apresura a interrumpir mi pensamiento. - - ?"Luzbel"? Me suena, me suena. ?No es el a'ngel que se rebelo' por soberbia en contra del Dios cristiano y de castigo lo mandaron al infierno? - digo de un jalo'n. - - E'se merengues. Pero no asi' fue. La historia, infeliz mortal, la escriben los vencedores, Dios en este caso. En realidad lo que ocurrio' fue un problema de salarios y condiciones laborales. Un sindicato, por ma's angelical que fuese, no estaba en los planes divinos, asi' que el Dios opto' por aplicar la cla'usula de exclusio'n. Los escribas mercenarios se encargaron de envilecer nuestra justa lucha y asi' nos fue... - dice Luzbel acomoda'ndose para sentarse al pie de un Huapac'. Yo hasta entonces me doy cuenta de lo peque~o que es, pero nada digo. Supongo que mi silencio lo invitara' a seguir hablando, y, en efecto, asi' ocurre porque Luzbel empieza a contar una historia de, como a un diablo corresponde, horror y crueldad mayu'sculos. Su relato parece tragedia, comedia, o parte de guerra... II. Luzbel quedo' un rato en silencio... Adema's de las estrellas de arriba y las de abajo (los cocuyos pues), nadie ma's andaba la noche de afuera. Encendi' de nuevo la pipa, ma's para aprovechar la luz del encendedor y mirar la figura del diablito, que por ganas de fumar. 9 ci'rculos de humo salieron de la cazuela de la pipa. Al desvanecerse el u'ltimo, e'l hablo'. La historia que me conto' Luzbel puede herir la susceptibilidad de las buenas y cristianas conciencias, cosa poco recomendable, sobre todo en estos tiempos en que el alto clero puja por volver atra's el reloj de la historia. Pero como no estoy compitiendo por indulgencias, y he conocido ya el infierno que el Poder impone a los pobres, yo no tengo por que' preocuparme. En todo caso, cumplo con advertir a los lectores y con recordarles que so'lo transcribo lo que Luzbel me conto', a saber: "El Dios de los ricos y de los libros estaba muy satisfecho con el Tratado de Libre Comercio, el paso al primer mundo, la globalizacio'n econo'mica y todas esas pamplinas que ma's que producto divino parecieran del infierno - por ma's que nosotros, los diablos, no seri'amos capaces de tales horrores. Bueno, el caso es que el Dios habi'a asignado, como le corresponde, un a'ngel de la guarda para cuidar a cada uno de los ni~os de la generacio'n del Tratado de Libre Comercio. Los a'ngeles no son muchos, y el trabajo de a'ngel de la guarda de ni~os esta' muy mal pagado. Pero un tal Gabriel, li'der charro y arca'ngel para ma's se~as, forzo' el escalafo'n para cumplir la cuota. Hubo protestas, pero pocas. Asi' que cada ni~o del TLC teni'a su a'ngel de la guarda. Pero resulta que a ustedes, los zapatistas, se les ocurre alzarse en armas aquel primero de enero de 1994 y alterar todo, hasta la memoria divina. Porque he aqui' que el Dios no se acordaba de los ni~os indi'genas. No es que no los tuviera en cuenta o pensara deshacerse de ellos, simplemente ignoraba que existieran. El Dios de los libros y de los ricos es un patro'n como todos, pero muy a la antigu:ita. Asi' que considero' que, mientras el neoliberalismo se encargaba de despachar a la otra vida a todos los ni~os zapatistas, e'l tendri'a que cumplir con sus funciones divinas y adjudicar, a cada zapatista ni~o, un a'ngel de la guarda. Pero, como ya no habi'a a'ngeles de la guarda disponibles, entonces rehabilito' diablitos. Para lograrlo, nos forzo' a firmar un tratado comercial humillante y lesivo de la diabo'lica soberani'a del infierno. El averno teni'a problemas econo'micos y el tal San Pedro se habi'a aprovechado de nuestros apuros para otorgarnos un cre'dito financiero que conteni'a, como es de imaginar, una cla'usula diabo'lica. Bueno, el caso es que el Dios podi'a disponer de la fuerza de trabajo infernal en condiciones leoninas, y sin que esto afectara las restricciones migratorias que los diablos tenemos si cruzamos la frontera celestial. Sin apenas darnos cuenta, de pronto e'ramos empleados de segunda, bajo las o'rdenes de aquel que nos habi'a expulsado". Luzbel hizo una pausa que ma's parecio' sollozo. Despue's siguio'... "Asi' que, desde la extraterritorialidad de su poder financiero, el Dios nos puso a trabajar como "a'ngeles de la guarda" de los que habi'a olvidado en su euforia primermundista, los ni~os zapatistas. Y ahora, en lugar de estar incitando al pecado a las buenas conciencias, de pervertir almas inocentes, de apadrinar li'deres empresariales, de "inspirar" al gobernador panista de Quere'taro, de asesorar al obispo One'simo Cepeda, o de dise~ar la campa~a postelectoral del Fox, ahora estamos cuidando, en condiciones laborales miserables, a ni~os del so'tano. !Resulta que somos "diablos de la guarda"! !Deveras!, por una paga miserable, el Dios (que, no hay que olvidarlo, es Dios de todo lo creado, incluso del infierno) nos obliga a guardar ni~os zapatistas. !Y pensar que todavi'a hay quien se presume de la bondad divina!..." III. Luzbel callo' por un momento y yo aproveche' para garabatear algunas letras. Y es que, no se crean, yo tambie'n me sorprendi'. Tanto que, inmediatamente, le escribi' a don Eduardo Galeano unas li'neas, para que cuente esto en alguno de sus libros: "Fecha: inicios del tercer milenio. Don Galeano: En el Me'xico neoliberal de principios del siglo XXI, los ni~os zapatistas son tan pobres que no alcanzan a'ngel de la guarda. En su lugar llevan consigo un diablo, un diablito de la guarda. En las noches de tormenta en las monta~as del sureste mexicano, los ni~os rezan: "Diablito de la Guarda, dulce compa~i'a, no me desampares, ni de noche ni de di'a", y asi' les va... Vale. Salud y nada de mate. El Sup." (fin de la carta a Galeano). Bueno, no desquiciare' a los jefes de redaccio'n con ma's puntuaciones dialogales, asi' que les cuento de un jalo'n lo que le apenaba a este "diablo de la guarda". IV. Resulta que a Luzbel le toco' ser jefe de una escuadra de "diablos de la guarda". No se' cua'ntas escuadras son necesarias para cuidar a todos los ni~os zapatistas (que son bastantes), pero a la de Luzbel le toco' un trabajo infernal, terri'fico, diabo'lico. Debi'a de cuidar a: el Beto, el Heriberto, el Ismita, El Andulio, el Nabor, el Pedrito, la To~ita, la Eva, la Chelita, la Chagu:a, la Mariya, la Regina, la Yeniperr, y finalmente, !horror de horrores!, al Olivio y al Marcelo. Cuando le toco' ser "diablo de la guarda" del Beto, Luzbel se desespero'. Y no fue la agitada vida de este ni~o-soldado que desafi'a con su tiradora, lo mismo un vehi'culo blindado, tipo hummer y con lanzagranadas, que un helico'ptero "black hawck" de la generacio'n del TLC. Tampoco su cansado sube y baja de lomas y quebradas, buscando le~a para el fogo'n de su casa. No, lo que desespero' a Luzbel (y lo hizo pedir su cambio de custodia) fueron las preguntas del Beto: " ?Que' tan lejos queda la gran ciudad? ?Es mayor que Ocosingo? ?Cua'nto mide el mar? ?Para que' sirve tanta agua? ?Co'mo vive la gente que vive en el mar? ?De que' tama~o es la tiradora que puede matar un helico'ptero? Si el soldado tiene su casa y su familia en otro lado, ?por que' viene a quitarnos nuestra casa y a perseguirnos hasta aca'? Si el mar es tan grande como el cielo, ?por que' no los volteamos para que se ahoguen los helico'pteros y aviones del gobierno?" Preguntas asi' fueron las que motivaron el cambio de trabajo de Luzbel. Pero no le fue mejor, porque entonces le asignaron cuidar al Heriberto... - - Fue terrible - confiesa Luzbel - Ese ni~o odia la escuela como secretario de educacio'n pu'blica, y a los maestros como li'der sindical charro. Prefiere jugar y cazar dulces y chocolates. !Vieras co'mo hay que correr detra's de e'l cuando escucha el celofa'n de un dulce! Del Heriberto, Luzbel paso' a cuidar al Ismita. Me cuenta Luzbel que un di'a el Ismita se puso bravo con la Marikerr (asi' se llama la ni~a, no me culpen) porque dijo que lo rompio' un gajo de su nance (a'rbol frutal) del Ismita. ?Pero co'mo lo va a romper si esta' muy chiquita y el a'rbol esta' muy grande?, le pregunto' Luzbel. "Se colgo' y lo rompio' el gajo" dijo el Ismita y miro' con reprobacio'n a la Marikerr, que estaba de colada en un asalto infantil a la tienda de "Aguascalientes". El asalto fue organizado por Luzbel porque, dice e'l, "los ni~os deben prepararse para todo, incluso para ser gobernadores". El Ismita debe andar por los 10 a~os, pero la desnutricio'n cro'nica le ha regalado la estatura de un ni~o de 4. Ismita compensa su carencia de altura fi'sica con grandeza moral. No so'lo perdono' a la Marikerr por romperle el gajo a su nance, tambie'n le convido' del refresco y las galletas que obtuvo del asalto a la tienda. "Es que nadie la convida", le dijo Ismita a Luzbel cuando e'ste le reclamo'. La generosidad no provoca la pasio'n del averno, asi' que Luzbel se fue a cuidar al Andulio. Despue's de mucho caminar, Luzbel llego' a casa del Andulio, el de la sonrisa que brilla. Al Andulio lo conocimos nosotros en aquellos di'as terribles de la persecucio'n de 1995. Mayo era un caliente aliento quemando di'as y noches, y el Andulio se amaneci'a trepado a un a'rbol, tratando de imitar a un guajolote con su canto. No muy se acercaba con nosotros, pero una tarde descubrimos que nos aceptaba cuando pidio' una grabadora y, a ritmo de un corrido, se puso a bailar. La Mar le pregunto' entonces, frente a un cartel, do'nde estaba el Sup. El Andulio titubeo' y, un segundo despue's, se volteo' y me se~alo'. El Sup no podi'a estar en el cartel y en el quicio de la puerta al mismo tiempo, asi' que al se~alarme de cuerpo presente, el Andulio reiteraba su materialismo filoso'fico. Olvidaba decir que Andulio nacio' sin manos, una malformacio'n gene'tica le dejo' dos mu~ones al final de los brazos. - - Ese ni~o no tiene manos, pero si' una sonrisa demasiado angelical - dice Luzbel para justificar su nuevo cambio. Asi' llego' con el Nabor. Con Nabor no le fue mejor. Con 3 a~os a cuestas, el Nabor tiene una libido que dejari'a apenado a Casanova. Luzbel no haci'a ma's que sonrojarse y de plano se fue a otra comunidad. Asi' llego' a Guadalupe Tepeyac en el exilio. En esta comunidad tojolabal, desalojada de sus casas por el eje'rcito federal mexicano, le toco' hacerla de "a'ngel de la guarda", perdo'n, de "diablo de la guarda" del Pedrito. El Pedrito es un ni~o guadalupano nacido en el exilio. Cuando se inauguraba el Primer Encuentro Intercontinental por la Humanidad y contra el Neoliberalismo, su madre lo trajo a luz. Con 3 a~os a cuestas, el Pedrito es su amigo del Lino, otro ni~o guadalupano. Lino nacio' el 9 de febrero de 1995 y teni'a apenas unas horas de vidacuando fue expulsado de su casa por los soldados. Volviendo al Pedrito, resulta que no quiere ir a la escuela. Ya lo amenazaron con llevar su caso a la asamblea de la comunidad y ni asi'. Yo le adverti' que si no iba lo iba a denunciar en un comunicado dirigido al pueblo de Me'xico y a los pueblos y gobiernos del mundo. El Pedrito so'lo me quedo' mirando, encogio' los hombros y dijo "ma'ndelo usted, al fin que yo no se' leer". La Mar lo defiende diciendo que apenas tiene 3 a~os y el Pedrito la queda viendo y suspira enamorado. Pero e'sa es otra historia, ahora estamos con Luzbel cuidando al Pedrito. Resulta que al Pedrito se le ocurrio' jugar a los caballos. Suponen bien si es que suponen que a Luzbel le toco' ser el caballo. Y suponen bien si suponen que Luzbel renuncio'. - - Es que ese ni~o aprieta mucho la cincha-, dijo para justificarse. V. Despue's del Pedrito, Luzbel decidio' cambiar a un ge'nero ma's apacible y se dedico' a cuidar a una ni~a zapatista: la To~ita. A Luzbel no le preocupo' la tendencia de la To~ita a despreciar el amor que "mucho pica" (para mi esca'ndalo, califico' su tendencia como "saludable"). Ni eso, ni el haber sido habilitado como mu~eca por una To~ita emperrada en cortarle las alas. - - No hubieras sido el u'nico al que se las hubiera cortado - dije con rencor. El "diablo de la guarda" aguanto' todo eso, pero no pudo soportar ese continuo romper y pegar la tacita de te' que es la vida de las ni~as zapatistas... Asi' que el "diablo de la guarda" de la To~ita, renuncio' y paso' a cuidar a la Eva. Poco duro'. A la de'cimoquinceava vez de ver "Escuela de Vagabundos", con Pedro Infante y Miroslava, se quedo' dormido y la Eva aprovecho' para bordarle unas florecitas y un "Viva el ezln" en las alas. La vergu:enza hizo que Luzbel emigrara. Despue's de la Eva, siguio' la Chelita. Una ni~a morena de 6 o' 7 a~os y unos ojos negros como estrellas. A Luzbel le paso' lo que a todos, cuando la Chelita lo vio lo dejo' helado (temperatura poco adecuada para un diablo), lo hizo volar por los cielos (rumbo nada recomendable puesto que expulsio'n y etce'tera) y le arranco' un " !Ave Mari'a Puri'sima!" que fue, eso si', demasiado. Como si le arrancaran el alma, perdo'n, como si le arrancaran las alas, sintio' Luzbel cuando lo quitaron de cuidar a la Chelita y lo mandaron con la Chagu:a. La Chagu:a, como su nombre lo indica, no se llama "Chagu:a" sino Rosaura, pero nadie la llama como se llama. Debe tener unos 8 a~os. En una peque~a banda de ni~os belicosos, quien liderea no es un ni~o sino una ni~a, la Chagu:a. Ella es la primera y ma's veloz en subir a'rboles para coger cigarras, ella es la ma's feroz y certera en los combates con piedras y lodo, ella es la primera en lanzarse a la pelea y, hasta ahora, nadie la ha escuchado pedir cuartel. Sin embargo, cuando se acerca a nosotros, algo raro sucede: la Chagu:a es una ni~a tierna y dulce que abraza a la Mar y le pide que le cuente un cuento o la peine o nada ma's la abraza y se queda callada, suspirando de cuando en cuando. Luzbel no renuncio' por el desconcierto que la "tierna furia" de Chagu:a le provocaba, sino porque en un zafarrancho le toco' una pedrada, y el chicho'n que procreo' le dejo' un tercer cuerno que en nada le favoreci'a. Asi' que Luzbel se fue a cuidar a otra ni~a, la Mariya. La Mariya debe tener unos 7 a~os y en su pueblo es la que tiene mejor punteri'a con la tiradora. Esto lo descubrimos, nosotros y el pueblo, en uno de nuestros pasos por esas tierras. Despue's de caminar varias horas, la Mar y yo nos derrumbamos en el dintel de una champa. No recupera'bamos au'n el resuello, cuando se dejaron venir el Hu'ber, el Sau'l, el Pichito, y un nu'mero indeterminado de ni~os de nombres igualmente indeterminados. Todos trai'an su tiradora y pedi'an una competencia para ver quien teni'a mejor punteri'a. La Mariya estaba ya sentada a un lado de la Mar y no deci'a nada. Sin levantarme, organice' los turnos e indique' poner una lata a 10 pasos de distancia. Pasaron todos y cada uno de ellos y la lata segui'a en su sitio. Cuando pregunte' si ya habi'an pasado todos, la Mar dijo "Falta la Mariya". Ante el esca'ndalo de todos, la Mariya se incorporo' y presto' una tiradora. Un murmullo de desaprobacio'n cimbro' al grupo de varones (entre los que yo no estaba, no porque me las diera de feminista, sino porque no teni'a fuerzas para levantarme y secundar a mi ge'nero). La Mariya dedico' una ra'pida mirada de desprecio a los ni~os y eso basto' para que quedaran callados. Reinaba un silencio que poco teni'a de burla y mucho de expectativa... La Mariya tenso' la tiradora, cerro' un ojo, tal y como mandan los manuales de tiradora, disparo' y la lata salto' con un estre'pito meta'lico. La Mariya y la Mar prorrumpieron en un grito de ju'bilo: " !Ganamos las mujeres!". Los ni~os nos quedamos estupefactos, contritos y bocabajeados. "No se preocupen", les dije para consolarlos, "la pro'xima vez hacemos la competencia sin que este' la Mariya". Creo que no convenci' a nadie. Luzbel esta' educado a la "antigu:ita", es decir: las tiradoras no son para las mujeres. Asi' que tuvo una, digamos, "crisis de conciencia machista" que llego' a reventar cuando la Mariya lo derroto' en el rudo y (ex) varonil deporte de tirarle a las latas con la resortera. Asi' fue como Luzbel se fue para otro lado. En otras comunidades, Luzbel cuido' a Regina, una ni~a de unos 9 o' 10 a~os que se comporta como si tuviera 30. Madura y responsable, Regina es hermana y madre de sus hermanitos, guardaespaldas de los insurgentes, la mejor torteadora del barrio y un sol cuando se sonri'e. A pesar de su experiencia en quemaduras infernales, Luzbel renuncio' cuando no pudo soportar el quemarse los dedos al voltear las tortillas en el comal. - - No eran las quemaduras -, me aclara Luzbel, -sino que habi'a que levantarse a las 4 de la madrugada a hacer el fuego, moler mai'z y tortear. Y eso so'lo era empezar el di'a...- Desvelado y con los dedos quemados, Luzbel se fue a cuidar a la Yeniperr. La Yeniperr es un excelente ejemplo de co'mo el pa'jaro vence a la ma'quina. Cuando los helico'pteros sobrevuelan su comunidad, la Yeniperr los corretea con preguntas. Ante proyectiles tan fieros, los aparatos be'licos se retiran, y la Yeniperr sigue revoloteando entre tortolitas y colibri'es. Cuando vuela la Yeniperr seguido se extravi'a, y nada tendri'a que temer, a no ser que cerca anden los temibles Capirucho y Capirote. Con la Yeniperr Luzbel apenas duro' unos cuantos di'as. Segu'n me cuenta, no fue el miedo a los helico'pteros y aviones gubernamentales lo que le hizo pedir el cambio de trabajo. - - Es que nunca se me ha dado eso de volar. Por algo soy un a'ngel cai'do...-, dice Luzbel mientras se soba las posaderas. Jama's lo hubiera hecho, porque he aqui' que a Luzbel lo asignaron, debido a la falta de personal, para cuidar a dos ni~os: el Olivio y el Marcelo, es decir, Capirucho y Capirote. VI. El Olivio, o el autodenominado "sargento Capirucho", me ha confesado que, cuando e'l sea grande, va a ser "Sup". " ?Y vos Sup que' vas a ser?", me pregunto' sabiendo que el cumplimiento de su aspiracio'n me dejara' sin empleo. " ?Yo?", dije para darme tiempo, "yo voy a ser un caballo, un ni~o caballo, y me voy a ir hasta alla', bien lejos..." y se~ale' un punto indefinido en el horizonte. "Vos puedes ser sargento", me consolo' el Olivio mientras descubri'a una tortolita que revoloteaba ignorando las aspiraciones jera'rquicas del hoy Capirucho y la temible tiradora que colgaba de su cuello. "Cabo Capirote", responde el Marcelo cuando le preguntan co'mo se llama. Sin pena alguna, y tal vez haciendo uso del fuero militar de su "grado", se mete donde quiere y empieza a buscar dulces, chocolates, a contar historias increi'bles, o se pone a espiar a las mujeres cuando se ba~an. El Olivio y el Marcelo, Capirucho y Capirote. Estos dos ni~os juegan a desconcertarse mutuamente cuando se ponen a decir poesi'as. 4 poemas forman su repertorio, y siempre se las ingenian para mezclar unas con otras. ?El resultado? No importa, si al final obtienen una paleta de dulce o un chocolate, si pueden dibujar "caniquitas" o salir a cazar, siempre infructuosamente, pa'jaros zanates. Piensan Capirucho y Capirote que no hay mejor remedio para el desamor que un buen zanate para comer juntos. Estos dos enanos, perdo'n, ni~os, tienen la bateri'a sobrecargada. Tienen unos 7 a~os y cada di'a ampli'an su radio de accio'n. Por entre espinas y acahuales persiguen al "erello" (una especie de salamandra de hasta un metro de largo), pero no se le acercan mucho. A Luzbel lo han trai'do de un lado a otro, tiene las alas llenas de espinas y raspones, le llenaron las bolsas de guijarros (para la tiradora) y lo "tarantan" con su bla-bla constante. Las noches no le alcanzan a Luzbel para recuperarse, y temprano tiene que ir detra's de ellos a pescar caracol, cangrejo y "camarona", ir al cafetal, ser picados por hormigas, abejas o por cualquier animal "salvaje" de la comunidad, patear una pelota desinflada, comer todo lo que encuentran a su mano y altura, y escucharlos contar haza~as que nunca ocurrieron. Pero lo que ma's le deprime a Luzbel es que lo ponen de tiro al blanco para practicar con la tiradora. Luzbel esta' ya viejo, su edad se remonta al inicio del tiempo. Digo esto no para que le tengan la'stima, sino para que lo comprendan. Yo conozco al Capirucho y al Capirote, y estoy seguro que la labor de cuidarlos dejari'a agotado al mismo Dios (que, dicho sea de paso, tampoco es joven). Por eso no me sorprendio' Luzbel cuando me dijo que renunciaba definitivamente a cuidar ni~os y ni~as zapatistas. - - Mejor me voy a Kosovo o a Ruanda o a cualquier otro lugar donde la ONU cumpla su misio'n de promover guerras- dice Luzbel mientras se incorpora, - De seguro que ahi' hay ma's tranquilidad - Y, ya por alejarse, agrego': - - O a la dio'cesis de Ecatepec o a la cu'pula empresarial mexicana, que viene a ser lo mismo. Ahi' hay corrupcio'n, mentiras, ultrajes, robos y todas esas maldades ma's propias de los diablos ortodoxos como yo -. Entiendo la desesperacio'n y el desconsuelo de Luzbel. Estoy seguro que hubiera preferido no tratar de organizar ningu'n sindicato angelical si hubiera sabido que, a la vuelta del tiempo, iba a tener que andar tras de estos ni~os. A la luz de un cocuyo, agregue' una posdata a la carta para Eduardo Galeano: "P.D. QUE APORTA MA'S DATOS.-- Don Eduardo: En las monta~as indi'genas de Me'xico, Dios no vive. Y el diablo, ni aunque le paguen..." Ya casi amaneci'a, asi' que me despedi' de Luzbel y regrese' con la Mar. VII. La mayori'a de los ni~os y ni~as zapatistas de Guadalupe Tepeyac en el exilio, nacieron y crecieron lejos de su hogar. En el gobierno mexicano hay ahora otro partido poli'tico y estos ni~os siguen siendo rehenes (ahora de quienes se autodenominan "promotores del cambio") para imponernos la rendicio'n. ?Que' ha cambiado para estos ni~os? La historia de su poblado original les parece como de cuento, tan lejos esta' en tiempo y espacio que les parece un viaje muy largo volver a e'l. Complicados y mezquinos ca'lculos poli'ticos y una soberbia estu'pida son los que los expulsaron de su pueblo y los que se niegan a devolverles lo que les pertenece. No so'lo en este pueblo errante, en todas las comunidades zapatistas los ni~os y ni~as crecen y se van haciendo jo'venes y adultos en medio de una guerra. Pero, contra lo que se pueda pensar, las ense~anzas que reciben de sus pueblos no son de odio y venganza, mucho menos de desesperanza y tristeza. No, en las monta~as del sureste mexicano los ni~os crecen aprendiendo que "esperanza" es una palabra que se pronuncia en colectivo, y aprenden a vivir la dignidad y el respeto al diferente. Tal vez una de las diferencias de estos ni~os con los de otras partes, es que e'stos aprenden desde peque~os a ver el ma~ana. Ma's y ma's ni~os y ni~as seguira'n naciendo en las monta~as del sureste mexicano. Sera'n zapatistas y, como tales, no alcanzara'n a tener un a'ngel de la guarda. Nosotros, "pobres diablos", habremos de cuidarlos hasta que se hagan grandes. Grandes como nosotros, los zapatistas, los ma's peque~os... Desde las monta~as del Sureste Mexicano. Subcomandante Insurgente Marcos. Me'xico, Febrero del 2001. _______________________________________________ nettime-lat mailing list nettime-lat@nettime.org http://www.nettime.org/cgi-bin/mailman/listinfo/nettime-lat