Roy Guadalupe on Wed, 5 Dec 2001 14:59:01 +0100 (CET)


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[nettime-lat] <James Petras> ONGs/Nuevo orden mundial


4 de diciembre de 2001 

"Las organizaciones no gubernamentales frente a la psicosis de
conflicto y guerra"

James Petras
Traductor: Germán Leyens
Fuente:
http://www.rebelion.org/petras/041201.html


INTRODUCCION

Los ataques del 11 de septiembre de 2001 contra el World Trade Center
en Nueva York y el Pentágono en Washington, y sus ramificaciones,
definen una nueva coyuntura para los movimientos sociales y las ONGs.
El contexto global que precedió al 11 de septiembre es importante
para la comprensión de la reacción ulterior de Washington y los
efectos que han tenido en las perspectivas y el rol que las ONGs
pueden jugar en la política global.


Antes del 11 de septiembre, la posición internacional de Washington
mostraba claros signos de debilitamiento. Los movimientos de masas
contra la globalización, desde Seattle a Ginebra, estaban creando
mayores obstáculos a la "agenda del libre mercado." El rechazo por
Washington del protocolo de Kyoto sobre el recalentamiento global, su
renuncia unilateral al tratado sobre misiles antibalísticos, y el
hecho de que no firmara la Convención sobre Armas Biológicas y
Tóxicas, aislaron a Washington del resto de la comunidad
internacional. En el Oriente Medio, Irak se estaba liberando del
boicot impuesto por EE.UU., convirtiéndose en un miembro activo de la
OPEC, y aumentando sus lazos con sus vecinos árabes. Irán mantiene
relaciones económicas con Japón, Rusia, la UE y con la mayor parte
del resto del mundo, a pesar del boicot de EE.UU. En América Latina,
formidables movimientos sociales en Colombia, Brasil, Argentina y
Ecuador, desafiaban el modelo liberal.. La creciente recesión en
EE.UU. y Europa afectaba profundamente el "modelo de exportación" en
México, América Central y en el resto de América Latina y Asia.
Además, la recesión dentro de EE.UU. conducía a grandes despidos y
bancarrotas, provocando aún más volatilidad en la bolsa de valores,
afectada ya por el colapso de la burbuja especulativa de la
tecnología de la información.


En resumen, la hegemonía global de EE.UU. se deterioraba, sus
fundamentos internos se debilitaban y el descontento aumentaba -
antes del 11 de septiembre.


DESPUES DEL 11 DE SEPTIEMBRE

El período inmediatamente después del trauma del 11 de septiembre
fue, en el ámbito gubernamental, un esfuerzo concertado por movilizar
al mundo basándose en un discurso bélico. La frase clave, del
presidente Bush, fue: "los países tienen que elegir, o están con
nosotros o están con los terroristas,". El efecto de este discurso
fue la movilización de seguidores previsibles, como Tony Blair de
Inglaterra, Aznar de España y Berlusconi de Italia. Otros países de
la OTAN se unieron a la "alianza" con cierta vacilación. Aunque la
mayoría del resto del mundo condenó el ataque terrorista, y expresó
su solidaridad con las víctimas, muy pocos países mostraron ansias
por unirse a una campaña mundial cuyo final era imprevisible, contra
terroristas vagamente definidos, y naciones que dan albergue a
terroristas. Sólo definiendo tácticamente al enemigo, limitando los
objetivos (Osama bin Laden y los talibán) consiguió Washington una
cooperación mínima dentro del Oriente Medio y en Asia Central. Pero
Washington tiene planes más amplios - la guerra contra los
principales proveedores de petróleo de Europa y Japón en el Oriente
Medio - es decir Irak e Irán.


La clave de la campaña mundial del presidente Bush "contra el
terrorismo" es la inversión del creciente debilitamiento de la
hegemonía global de EE.UU. Quiere obligar a Europa a someterse al
liderazgo de EE.UU., asegurarse de la total obediencia de los
gobernantes árabes en el Oriente Medio y alentar a los regímenes
clientes en Asia y América Latina a aumentar sus capacidades
represivas contra la oposición política al modelo neoliberal y a la
hegemonía de EE.UU.


Bush hijo trata de volver a crear un Nuevo Orden Mundial, que Bush
padre trató de proyectar después de la guerra del Golfo y que se
deterioró poco después. Después de la emergencia de la guerra del
Golfo, los intereses competitivos de Europa y Japón entraron en
conflicto con la hegemonía de EE.UU., como también sucedió con la
emergencia de movimientos sociales, del Norte y del Sur. Es probable
que una vez que la psicosis de guerra inicial disminuya, reaparezcan
las divisiones y las rivalidades con aún más virulencia que a
principios de los años 90. La extensión de la guerra más allá de
Afganistán, la recesión mundial, y el intento de Washington de
conseguir ventajas económicas como resultado de su liderazgo en la
coalición de tiempos de guerra, puede fácilmente provocar divisiones.


A pesar de esto, la movilización bélica involucra a corto plazo una
ofensiva socio-económica mundial para anular los progresos de fines
de los años 90. Esta ofensiva tiene varias características comunes:

1.Aumentar la legislación represiva, limitar las libertades
democráticas y ampliar el poder policial.

2.Intentos de invertir el aumento de la recesión mediante un
"Keysianismo militar" con mayores gastos militares y subsidios de
miles de millones de dólares a los "negativamente afectados" (líneas
aéreas, turismo, etc.).

3.Restauración de la hegemonía de EE.UU. utilizando la dominación
militar - su "liderazgo" - y el refuerzo de los regímenes clientes.

4.Silenciar a los movimientos contra la globalización reenfocando la
atención mundial de los males de las corporaciones multinacionales
hacia el terrorismo internacional.

5.Invertir la tendencia al aislamiento de EE.UU. causada por su
rechazo unilateral de acuerdos internacionales sobre la paz y el
medio ambiente:

-El rechazo del Acuerdo de Kyoto sobre los gases invernadero;

-El rechazo del acuerdo de misiles antibalísticos;

-El rechazo del protocolo que prohíbe la guerra biológica;

-El rechazo de la resolución sobre el tribunal internacional de los
derechos humanos;

-El rechazo del protocolo contra el uso de minas terrestres.


La "alianza antiterrorista" refuerza la conducción global de EE.UU.
ya que el poder de decisión está exclusivamente en manos de
Washington. La "Alianza" es una asociación de seguidores sin
influencia ni en la táctica ni en la estrategia. Incluso la OTAN está
excluida de toda influencia operacional. En efecto, la alianza
antiterrorista es otra manifestación de la acción unilateral de un
estado. El uso imperial del antiterrorismo va mucho más allá de
Afganistán. La expresión, tal como la aplica Washington, es
interpretada tan vagamente que se puede aplicar a cualquier país en
el que haya combatientes de la resistencia, cualquier movimiento
involucrado en la transformación social, cualesquiera partidarios de
movimientos, incluyendo a las ONGs.


El Coordinador para el Terrorismo del Departamento de Estado, Francis
Taylor, declaró: "Mi oficina está trabajando con diferentes agencias
del gobierno para establecer una estrategia antiterrorista para
Colombia y otros países andinos. Esta estrategia es elaborada para
complementar el Plan Colombia y la Iniciativa Regional Andina,"
continuó Taylor, "En la actualidad, el grupo terrorista más peligroso
en este hemisferio son las FARC." El Departamento de Estado centró la
segunda parte de su estrategia antiterrorista (después del Oriente
Medio) como "una ofensiva contra el terrorismo en las Américas." El
Congreso de EE.UU. aprobó la asignación de otros 730 millones de
dólares "para la guerra contra el terrorismo... en la región."


El imperialismo actual está firmemente anclado en el estado - el
estado imperial, que interviene en el mundo y en la economía interna,
para subvencionar, promover y proteger a sus compañías
multinacionales, así como para organizar permanentes ataques
militares para destruir los desafíos contra su dominación. En la
actualidad, más que nunca en el pasado, el estado imperial es la
pieza central del imperio y la fuerza impulsora de la expansión
multinacional del capital.


Actuando de concierto, el estado imperial y las corporaciones
multinacionales han polarizado el mundo en líneas de clase, raza,
género, naciones y regiones. La ideología imperial trata de ocultar
esta división, polarizando el mundo entre la democracia (el imperio)
y el terrorismo, a fin de consolidar el poder imperial. Esta
polarización también ha penetrado el mundo de las ONGs.


POLARIZACION DE LAS ONG'S

Las ONGs se han multiplicado por decenas de miles durante la última
década, reflejando una variedad de perspectivas políticas y sociales,
fuentes de financiamiento y 

filiaciones políticas. La mayoría de las ONGs, y las más "ricas" en
su financiamiento, son colaboradoras directas de los estados
euro-estadounidenses y de los regímenes neoliberales locales,
trabajando activamente contra la propiedad pública/social. A pesar de
esto, en los últimos años una cantidad creciente de ONGs ha jugado un
papel activo en los movimientos contra la globalización, contra el
racismo y la guerra, que han tenido lugar desde Seattle a Sudáfrica. 


El hecho más significativo en el mundo de la ONGs es la polarización,
o sea el mundo tri-polar de las ONGs. Para simplificar, las ONGs
pueden ser divididas en tres grupos que tienden a coincidir con sus
niveles de financiamiento.

Las ONGs que son promotoras activas del neoliberalismo, que trabajan
con inmensas sumas del Banco Mundial, de USAID, y de otras agencias
de financiamiento internacionales y estatales, sobre la base de
'subcontratos' para socavar las instituciones nacionales de
asistencia social generalizada.

Las ONGs reformistas que reciben financiamiento de nivel mediano de
las fundaciones privadas socialdemócratas y de gobiernos progresistas
locales o regionales para financiar proyectos de mejoras y para
corregir los excesos del libre mercado. Los reformistas tratan de
"reformar" la OMC, el FMI, y el Banco Mundial y de regular el
movimiento de capitales.

Las ONGs radicales que están básicamente involucradas en los
movimientos contra la globalización, contra el racismo, contra el
sexismo y por la solidaridad. Entre las ONGs radicales hay
diferencias en las tácticas utilizadas, (desobediencia cívica, acción
directa), en los objetivos, (anticapitalistas, anticorporativos,
contra el capital especulativo), y en las alternativas (comunitarias,
ecológicas, socialistas, por la auto administración.)


La polarización de las ONGs se refleja sobre todo en las reacciones a
los principales eventos, como ser la Conferencia de Durban. Las ONGs
radicales denunciaron a Israel como un país racista, mientras que los
reformistas trataron de oponerse al racismo sin nombrar a Israel, y
las ONGs neoliberales apoyaron a Washington o guardaron silencio.


La segunda área de diferenciación es en las principales
manifestaciones, de Seattle a Génova, donde las ONGs radicales llaman
a abolir el FMI y el Banco Mundial, mientras que las reformistas sólo
buscan una mayor regulación del capital especulativo (la tasa Tobin),
que se perdonen las deudas, que se reaccione ante la pobreza y
reformas internas para que el Banco Mundial y el FMI sean más
"sensibles" al bienestar popular y al medio ambiente.


El tercer plano de diferenciación de las ONGs es entre aquellas ONGs
(neoliberales y reformistas) que buscan la colaboración con las
instituciones imperiales (globales) y aquellas que colaboran con los
movimientos populares de masas. Los "institucionalistas" conciben
"divisiones" entre las instituciones, su capacidad de "razonar" con
banqueros y funcionarios para demostrar que los intereses de los
grandes negocios y las reformas ecológicas y de la asistencia social
son compatibles con los beneficios y la estabilidad. Las ONGs
radicales orientadas hacia los "movimientos," creen que se precisan
cambios estructurales básicos desde abajo -la redistribución del
poder, de la propiedad, de los ingresos- para lograr un desarrollo
sostenible y la justicia social. 


Hasta ahora las lecciones son claras: las ONGs neoliberales sólo han
tenido éxito en la integración de dirigentes locales, mientras que el
modelo económico neoliberal se ha desmoronado en la crisis,
aumentando el número de pobres e indigentes. Las ONGs reformistas y
radicales han crecido y sus acciones se han multiplicado, el tamaño
del movimiento contra la globalización ha crecido -mientras que las
tensiones dentro de los movimientos han aumentado. Frente a la
creciente polarización y a la crisis económica en el mundo, las ONGs
reformistas están perdiendo terreno como posibles interlocutores, al
volcarse los poderes imperiales en Bruselas y Washington hacia la
guerra contra el Tercer Mundo y hacia el ataque contra el nivel de
vida en el Norte.


ONGs: REPENSANDO LAS POLITICAS Y LAS ESTRUCTURAS
Frente a esta polarización que se profundiza entre el imperio y los
movimientos populares, el Norte y el Sur, las ONGs deben repensar su
organización interna, sus relaciones con los movimientos de masas y
sus políticas de financiamiento. La mayor parte de las ONGs
reformistas y radicales son básicamente organizaciones de cuadros,
compuestas por un personal profesional y voluntarios que "movilizan a
la gente." Aunque muchas de las causas son justas, las estructuras
son elitistas. En la actualidad los movimientos más prometedores y
dinámicos -el movimiento de los trabajadores desocupados en
Argentina, el MST en Brasil, los cocaleros en Bolivia, los zapatistas
en México- se basan en asambleas y consultas populares, en la
democracia directa- Hay una contradicción en el estilo y en la
sustancia entre los movimientos y las ONGs en lo que se refiere a sus
concepciones de la lucha y de la organización. Para resolver esta
contradicción, que tiene importantes consecuencias tácticas y
estratégicas, las ONGs deben democratizar sus estructuras, y llegar a
formas de organización compatibles con sus compañeros de los
movimientos.


En gran parte, las estructuras y la orientación de las ONGs se
derivan de sus fuentes de financiamiento. Mientras más dependen de un
apoyo financiero institucional, en lugar de contribuciones
voluntarias, más retienen una estructura jerárquica. Mientras más se
acercan las ONGs a un movimiento, más dependerán de las
contribuciones populares y voluntarias. El financiamiento
institucional implica límites en la agenda política, las
reivindicaciones sociales y la actividad táctica. La dependencia de
contribuciones voluntarias significa una mayor integración con la
gente en la lucha y más sensibilidad a sus reivindicaciones, junto
con una mayor educación política.


La segunda área en la que la polarización a escala global exige que
las ONGs repiensen su actividad, es en las estrategias. En el pasado,
las ONGs progresistas (radicales y reformistas) se concentraban en
micro-proyectos (en América Central y en otras partes) y, más
recientemente, en movilizaciones contra la globalización. Mientras
los "micro-proyectos" mejoraron algunas comunidades, no
contrarrestaron los ataques neoliberales contra los niveles de vida y
la adquisición de la riqueza nacional mediante privatizaciones por el
capital extranjero e interior. El progreso hacia la actividad contra
la globalización fue un paso adelante, en la medida en la que las
ONGs progresistas reconocieron a algunas de las principales fuerzas
político-económicas que atacaban a los pobres. Sin embargo,
emergieron varios problemas nuevos: la ideología de la
"anti-globalización" oscureció la centralidad de los estados
imperiales y su ofensiva por la dominación mundial -exagerando la
autonomía del FMI-Banco Mundial y de las corporaciones
multinacionales. En segundo lugar, las actividades contra la
globalización se concentran en gran parte en dramáticos eventos
periódicos (Génova, Davos, Melbourne, Praga), mientras disminuye la
actividad de organización y lucha de cada día. No se trata de
eliminar las confrontaciones internacionales, sino que de combinarlas
con luchas de masas regionales y nacionales contra los despidos, el
desempleo, la intensificación de la explotación, etc.


El tercer sector que hay que "repensar" incluye el financiamiento,
los patrocinadores y la colaboración con empresas privadas,
instituciones internacionales y gobiernos. Ha habido un prolongado
debate con las ONGs sobre estos temas. Los debates se han concentrado
en la relación de costo y beneficio de la aceptación de ayuda
financiera y del patrocinio de ésta o la otra institución. Por
ejemplo, numerosas ONGs discuten si las concesiones en programas y
actividades se justifican por las contribuciones financieras y los
patrocinios "legítimos." Algunos dirigentes de ONGs se han hecho
expertos en la ambigüedad de presentar una imagen moderada y
conseguir un financiamiento importante para el trabajo militante de
solidaridad. Sea como sea, la mayor experiencia histórica demuestra
que la asociación a largo plazo, en gran escala, con la "estructura
del poder" lleva a la corrupción de los dirigentes de las ONGs, y a
que las ONGs se conviertan en apéndices del proyecto neoliberal.


El análisis de costos y beneficios es un marco demasiado estrecho
para evaluar el financiamiento y las alianzas de una ONG, porque no
toma en consideración la estructura del poder y la trayectoria
histórica. Las concesiones tácticas se convierten en una
subordinación estratégica cuando se sacrifican los principios en aras
del mantenimiento de florecientes y costosas burocracias e
infraestructuras. ¿Qué hacer? El punto de partida fundamental es un
compromiso de clase, un programa profundamente arraigado en
principios, una ideología clara y una transición de una organización
de "cuadros" a un movimiento social que se involucre en luchas de
solidaridad en el extranjera y en luchas de clase en el país.


En la actualidad, tanto el presidente Bush como bin Laden han tratado
de polarizar el mundo, uno entre la guerra y el terrorismo, el otro
entre el imperio y la religión (el Islam). Las ONGs deben rechazar
esta polarización y desarrollar alternativas al imperio y al
fundamentalismo, que refuercen la autodeterminación de los pueblos y
de los estados seculares con programas de asistencia social para
todos.


Antes del 7 de octubre de 2001, cuando Washington lanzó su guerra
aérea contra Afganistán, las ONGs progresistas (las reformistas y las
radicales) confrontaban la polarización socio-económica y política
entre el imperio euro-estadounidense y el Tercer Mundo. Hoy en día,
esa polarización incluye la guerra del imperio contra el Tercer
Mundo, la primera fase, según el régimen de Bush, es concentrarse en
Afganistán, para continuar con nuevas guerras, en el futuro cercano,
contra otros países del Tercer Mundo. La guerra contra Afganistán
forma parte de una ofensiva a largo plazo, en gran escala, para
recuperar la hegemonía global de EE.UU.: el imperio está empeñado en
una táctica como quien corta un salchichón, eliminando uno tras otro
a todo régimen independiente que no se subordina a la alianza
euro-estadounidense. 


Una de las victorias más resonantes del imperio, fue su triunfo
ideológico sobre los sectores de las ONGs de izquierda y
progresistas, cuando estas últimas apoyaron los bombardeos de la OTAN
y la invasión de Yugoslavia, a los terroristas del ELK en Kosovo, a
los fundamentalistas en Bosnia, y a la invasión dirigida por el ELK
contra Macedonia. En cada uno de estos casos, el imperio manipuló los
símbolos democráticos ("los derechos de las minorías") y la retórica
humanitaria para expandir su esfera de influencia. Muchas ONGs se
convirtieron en herramientas del imperio, recibiendo millones de
dólares a cambio de sus servicios humanitarios pro-imperiales. La
lógica bélica imperial, desde Irak a Yugoslavia, a Afganistán, desde
el Oriente Medio a los Balcanes, a Asia del Sur, ha llevado una nueva
colonización: dos tercios del espacio aéreo iraquí y un tercio del
país están colonizados; hay bases militares de la OTAN en Kosovo,
Bosnia y Macedonia ocupados. Un régimen títere está siendo preparado
para Afganistán. Se planean nuevas guerras para el Oriente Medio y
otros sitios, tratando de incorporarlas en una definición abstracta
de la guerra contra el terrorismo. Se dirigen amenazas militares
contra países que se niegan a subordinarse a la lógica militar del
imperio (que se niegan a "unirse a la alianza".) Los infantes de
marina reemplazan a los funcionarios del FMI como emisarios de los
conquistadores. En tiempos de crisis económica, las clases
gobernantes desvían el descontento y la cólera popular hacia enemigos
externos; los movimientos populares y las ONGs progresistas deben
oponerse a las guerras imperiales y volcar la atención hacia los
opresores internos. Las ONGs deben asociar la lucha contra la
globalización a la lucha contra la guerra y a los movimientos contra
la recesión.


EL MOVIMEINTO AVANZA SOBRE CINCO FRENTES
El desafío actual para las ONGs es edificar movimientos que elaboren
alternativas a cinco problemas entrelazados: 1) la guerra y el
terrorismo; 2) la militarización y la represión; 3) el aumento de la
recesión económica y la crisis global de los mercados; 4) el colapso
de las estrategias de exportación y la vulnerabilidad de los
regímenes neoliberales; y 5) el masivo desempleo y el crecimiento de
la pobreza en el norte y en el sur.


Las guerras imperiales en nuestros días son "guerras totales" - en
las que todos los civiles y las condiciones más elementales para la
supervivencia (agua, electricidad, alimentación, etc.) son
considerados objetivos de destrucción militar. La guerra total
contiene las semillas del genocidio; pueblos enteros, como en
Afganistán, huyen de la destrucción en masa y enfrentan una muerte
inminente por inanición; las muertes causadas por la guerra en
Afganistán exceden las en Nueva York y Washington en una proporción
geométrica. El estado policial: la legislación antidemocrática, está
siendo pasada por el Congreso y los parlamentos a todo correr, sin
discusión, abrogando derechos democráticos básicos en el nombre de la
seguridad, pero reforzando en realidad los poderes represivos del
estado para limitar la oposición popular democrática.


La guerra y la represión desplazan la reforma socio-económica como
reacción a la profundización de la crisis económica. Los empleadores
y las multinacionales aprovechan la psicosis de guerra para despedir
a millones de trabajadores, para aumentar la cantidad de trabajadores
temporales, intensificar la explotación y presentar al estado pedidos
financieros exorbitantes para obtener subvenciones.


Lo que es una crisis en el norte, constituye una catástrofe en el
sur. Las infames "estrategias de exportación" neoliberales en el
Tercer Mundo se descalabran con la disminución de los mercados
euro-estadounidenses. Nuevos ajustes estructurales provocan grandes
confrontaciones; las importaciones básicas tienen precios
inasequibles, las deudas no pueden ser reembolsadas, los sectores de
exportación se enfrentan a la bancarrota, el estado neoliberal no
tiene recursos: la vulnerabilidad es omnipresente, nadie encuentra
soluciones capitalistas. Mientras tanto, los gastos de guerra, los
subsidios para las multinacionales en quiebra, y la debilidad de los
mercados llevan al aumento del desempleo en EE.UU. y en Europa.


Estamos en una época de profundización de los problemas, pero también
de grandes desafíos y oportunidades para presentar temáticas básicas
y alternativas radicales.


PERSPECTIVAS Y ESTRATEGIAS: A CORTO Y MEDIANO PLAZO
A corto plazo, enfrentamos una ofensiva derechista encabezada por la
Alianza bélica euro-estadounidense, respaldada por las poderosas
multinacionales y las fuerzas policiales y militares. Esta ofensiva,
utilizando los medios de comunicación de masas, que han aceptado
abiertamente su conversión a portavoces de la Alianza, ha conseguido
el apoyo temporal o la pasividad de la mayoría de la población en
América del Norte y Europa, pero no en el Oriente Medio o en muchas
otras partes del Tercer Mundo.


En la actualidad, particularmente en EE.UU. y en la UE, hay una
psicosis de guerra manipulada por el estado y amplificada y
transmitida por los medios de masas. A corto plazo, esto ha llevado a
la supremacía de una unanimidad irracional en la que sectores de la
opinión pública han sido llevados a creer que el disenso o la crítica
de la guerra es una forma de "colaboración" con el terrorismo. En
EE.UU. los directores de los medios de masas han sido instruidos por
el estado para que no publiquen o anuncien los discursos de bin Lasen
o no informen sobre discursos de los talibán sin identificarlos como
propaganda terrorista. Probablemente no hubo necesidad de una
intervención directa del estado ya que la autocensura de los medios y
su incondicional apoyo a la guerra, hicieron innecesario todo control
estatal.


En este contexto, los movimientos sociales populares y las ONGs
progresistas tienen un vital papel educativo para contrarrestar la
propaganda estatal y sus exponentes intelectuales en los medios de
masas. A través de la crítica sistemática de la propaganda de guerra
y de sus deformaciones, se puede movilizar a una opinión pública
informada, particularmente en las clases populares, para que se
oponga a la guerra y a las injusticias e inseguridades que la
acompañan.


La educación política puede seguir cuatro líneas de contraataque. Por
ejemplo, poner énfasis en las inconsecuencias y contradicciones
flagrantes del mensaje bélico, la idea de que se trata de una guerra
humanitaria, cuando millones de afganos son desplazados por los
bombardeos de área y sufren hambre, sed y destrucción de las
necesidades básicas (electricidad, agua, alimentación, transporte,
etc.)- La idea que la violencia estatal desarraigará el terrorismo,
en lugar de multiplicarlo y profundizar el odio y las represalias
violentas. La guerra creará una espiral de violencia y la lógica de
las guerras prolongadas y extendidas multiplicará los ataques contra
civiles de EE.UU. y de la UE.

Sólo a través de cambios de la política hacia las fuentes políticas
(Palestina, Irak, etc.) de descontento en el Oriente Medio y en los
estados del Golfo, puede minimizarse el conflicto y reducir los
niveles de violencia. 


La segunda línea de educación política requiere denunciar la manera
en la que las fuerzas socialmente reaccionarias en el estado y en la
estructura de clases, se están aprovechando de la "crisis bélica" que
ellas mismas han creado, para favorecer sus intereses a costa de la
mayoría de los trabajadores. 


Es una guerra, como muchas guerras anteriores, en la que muchos se
sacrifican y unos pocos se benefician. En EE.UU. las inversiones en
la asistencia social están siendo reducidas, y los gastos militares
se disparan. Las corporaciones multinacionales están despidiendo a
millones de trabajadores y recibiendo inmensos subsidios por lo que
llaman "daños de guerra", mientras se rechaza el pago de subsidios de
desempleo. Los llamados del estado a la "unidad nacional" están
siendo manipulados para ocultar las divisiones y las injusticias
clasistas, quién se beneficia y quién pierde en la "guerra contra el
terrorismo". Un cuadro familiar en EE.UU. es ver a obreros despedidos
manejando hacia sus hogares con una bandera ondeando en las antenas
de sus coches, mientras los mandamases de las corporaciones se codean
con los funcionarios del estado para negociar nuevas subvenciones. El
punto clave es que la crisis económica precedió al conflicto, y que
la guerra dio a las corporaciones un pretexto "legítimo" para
"reestructurar" masivamente sus empresas para reducir costos y
aumentar los beneficios. Aclarando el vínculo de los quebrantos
socio-económicas con la guerra, se puede alcanzar a millones de
trabajadores con un programa de paz y justicia social.


La tercera línea de educación política puede enfocar las divisiones
reales y latentes dentro de la Alianza de la Guerra. Un conflicto
particularmente explosivo es el proyecto de Washington de ampliar la
guerra para incluir a Irak, Irán, Siria, etc. La principal fuente de
petróleo de la UE es el Oriente Medio, y nuevas guerras llevarán a
una reducción catastrófica del suministro de petróleo y a un aumento
geométrico en el precio del crudo, lo que podría llevar a una
depresión importante. Igualmente, los clientes de EE.UU.,
particularmente en Arabia Saudita, Egipto, Pakistán y otras partes,
se encuentran bajo una enorme presión desde abajo y cualquiera
presión ulterior de EE.UU. para lograr un mayor apoyo a la actual
guerra en Afganistán o para ampliar la guerra a los países vecinos,
podría llevar a insurrecciones nacionales. En realidad, la guerra
contra Afganistán ha limitado ya el apoyo a los EE.UU. en comparación
con la amplia simpatía original para las víctimas en Nueva York y
Washington.


En cuarto lugar, mucha gente en todo el mundo rechaza la visión
dicótoma del mundo de Bush (y bin Laden) ("O están con nosotros -y la
guerra- o están contra nosotros.") Una mayoría de "moderados" quiere
que terminen los bombardeos y que comience la ayuda humanitaria para
alimentar a millones de afganos hambrientos y desplazados. Mucha
gente piensa que EE.UU. y la UE debieran considerar la oferta de los
talibán de negociar y que debiera presentarse evidencia tangible de
la participación de bin Laden en los actos terroristas. El hecho
fundamental es que la mayor parte de lo que es conocido públicamente
sobre los sospechosos, no apunta ni a bin Laden ni a Al Qaeda. La
mayoría eran de clase media, no-fundamentalistas, siete estudiaron en
Occidente (Hamburgo), y cinco fueron entrenados en bases militares
estadounidenses. Ninguno ha sido identificado como entrenado en
Pakistán o Afganistán o indoctrinado por mulás en uno de los dos
países. Son temas que hay que difundir ampliamente, porque están en
conflicto con la ideología básica utilizada para justificar esta
guerra.


ACTIVISMO: INVOLUCRAR AL PUBLICO
Hay tres ejes posibles para la acción política en esta coyuntura. Uno
implica un "enfoque indirecto" que incluye la movilización de
comunidades, sindicalistas y vecindarios contra las consecuencias
socio-económicas de la profundización de la recesión económica
(despidos / desempleo) y los beneficios de la elite provenientes de
la "crisis bélica" en el ámbito nacional e internacional. Las
decisiones tomadas por las compañías multinacionales de despedir
trabajadores por las "condiciones del mercado mundial" constituyen un
poderoso argumento contra las llamadas estrategias de crecimiento por
la exportación y los argumentos de la "globalización." Es importante
para el desarrollo de la actividad de los movimientos en esta
coyuntura que se relacione la adversidad social local con la
globalización y la guerra.


En segundo lugar, la actividad debiera concentrarse en el eslabón más
débil de la llamada Alianza de la Guerra: la violencia israelí y su
desposeimiento de los palestinos. Fuera de EE.UU. la mayor parte de
los comentaristas reconocen que la guerra israelí contra los
palestinos es el detonador de la actual crisis. Las políticas
genocidas del régimen ultra-derechista de Sharon han unido a todo el
mundo árabe, a la mayor parte de la opinión pública europea, y fuera
del lobby judío pro-israelí en EE.UU., a sectores de la opinión
pública estadounidense. Incluso el presidente Bush y el secretario de
estado Powell han hablado, de los dientes para afuera, sobre la idea
de un estado palestino. El punto político es que al enfocar en la
intransigencia israelí se puede polarizar favorablemente a la opinión
pública contra la guerra y convertirlo en un punto de partida para
reactivar el movimiento contra la globalización.


El tercer sector de actividades se relaciona con los desastres
humanitarios causados por las guerras en Afganistán, Irak y Colombia.
Según las Naciones Unidas, siete millones de afganos pueden morir de
hambre a causa de la guerra, algo comparable con el Holocausto. La
ayuda humanitaria sólo puede ser transportada si cesan los bombardeos
anglo-estadounidenses. Es un tema que puede llevar a millones de
personas a ejercer presión para que terminen los bombardeos, aunque
sea temporalmente. La "Guerra contra el Terror" ya se ha convertido
en una escalada contra las fuerzas populares insurgentes en América
Latina. El jefe de la DEA en México declaró que el EZLN es una
organización "terrorista." Un portavoz del departamento de estado ha
declarado que habrá un masivo aumento de 700 millones de dólares y
más personal militar para combatir el "terrorismo de las FARC." Las
víctimas humanas de estas nuevas guerras son horrendas: entre el 1 y
el 15 de octubre, los paramilitares respaldados por los militares
colombianos asesinaron a 150 campesinos y obreros y la cuenta sigue.
El tema del terrorismo de ESTADO es ilustrado gráficamente como el
verdadero contenido de nuestra definición de la guerra contra el
terrorismo.


Un tribunal internacional sobre la catástrofe humanitaria en
Afganistán, dirigido por personalidades internacionales podría
concentrar la atención mundial y educar a la opinión pública sobre el
verdadero significado de la guerra. En resumen, las ONGs progresistas
debieran relacionar sus estrategias contra la globalización con la
profundización de la crisis económica interna y desarrollar
alternativas programáticas basadas en la socialización de la
producción, la redistribución de los ingresos y el incremento de los
mercados internos, basándose en el aumento de los gastos sociales.
Las ONGs debieran ligar su apoyo a la ayuda humanitaria con el
movimiento contra la guerra y las catastróficas consecuencias
económicas para Europa, que resultarían de la extensión de la guerra
a otros países del Oriente Medio y del Golfo. La creación de alianzas
internacionales basadas en la crisis internacional, requiere la
creación de organizaciones de base en cada barrio, municipalidad y
región. Las ONGs debieran aprender las lecciones de los movimientos
de acción directa como el MST en Brasil, los trabajadores desocupados
en Argentina, que aplican piquetes de bloqueo de rutas no-violentos y
presiones estratégicas en la producción y la distribución.


CONCLUSION
Está claro que existe una ofensiva derechista a escala mundial: las
llamadas "medidas de seguridad" están fortaleciendo los poderes
arbitrarios del estado a costa de las libertades individuales y los
derechos sociales colectivos. Además está claro que está emergiendo
un creciente movimiento de resistencia, particularmente en los países
musulmanes y en un grado considerable en Europa (Italia, Inglaterra,
Francia.) El mismísimo extremismo de la estrategia de la guerra total
de Bush está teniendo un efecto de bumerang: la prolongación de la
guerra y el creciente número de víctimas, están aumentando la
cantidad de voces de los grupos humanitarias, de derechos humanos y
de los ciudadanos de los países musulmanes. Puede lograrse que la
ofensiva derechista se vuelva en su contra. Al multiplicarse los
temores y las inseguridades, al debilitarse las economías como
consecuencia de la guerra y al afectar adversamente a más y más
gente, esas "víctimas masivas" en las economías internas de la UE, e
incluso de EE.UU., pueden convertirse en reclutas potenciales para
los movimientos sociales. La alianza internacional para la guerra
puede llevar a una contra-alianza por la paz y la oposición al
militarismo. La legislación represiva puede incrementar las
sensibilidades democráticas; el autoritarismo puede alimentar los
movimientos por la democracia.


Las polaridades y las alternativas compulsivas ("la guerra contra el
terrorismo") pueden tener un efecto de bumerang, aislando a sus
proponentes en sus propias formulaciones extremas. Los movimientos
deben redefinir las polaridades: la globalización y la guerra, o la
democracia, la autodeterminación, la ayuda humana a las víctimas de
la guerra y trabajo para los desocupados. La amplia mayoría de la
gente rehúsa escoger entre las guerras imperiales y el terror
fundamentalista. La mayoría escogerá alternativas de naciones
seculares, pacíficas, en las que la gente tenga libertad para escoger
el sistema social que mejor satisfaga sus vidas. En la actualidad, la
mayor amenaza para la humanidad es el unilateralismo - la decisión de
Washington de comenzar la guerra, de bombardear un país de vuelta a
"la edad de piedra;" de rechazar Kyoto, los controles de misiles, la
abolición de las minas terrestres; de no aceptar las cortes
internacionales de justicia y las decisiones de la ONU que exigen que
Israel se retire de los territorios ocupados. El unilateralismo hoy
en día significa militarismo. Frente a la crisis económica mundial y
a la creciente competencia, el unilateralismo significa la
intensificación de la lucha por expandir el control sobre recursos y
mercados vitales, utilizando métodos no-económicos.


El unilateralismo socava cualquier pretensión de construir alianzas
durables. El militarismo aliena a aquellos que pagan el precio de la
guerra: la mayoría de la humanidad. El unilateralismo fuerza a los
aliados a la oposición; la crisis económica lleva a una reevaluación
de las prioridades, modelos, mercados - desafiando la ortodoxia
neoliberal. Tácticamente es imperativo buscar la alianza táctica más
amplia posible contra el unilateralismo, el militarismo y el
neoliberalismo.


La historia de las dos guerras mundiales, de las guerras de Argelia y
Vietnam, nos enseña que las penurias, el sacrificio desigual y el
costo político y social de la guerra, debilitan la unanimidad inicial
y fortalecen la resistencia. Al crecer la oposición desde abajo, se
profundizan las rupturas verticales y horizontales y la arrogancia
imperial de un "Nuevo Orden Mundial" se desmorona y se abren
oportunidades para transformar el mundo y las eternas esperanzas de
paz y justicia se convierten en las bases programáticas de nuevos
movimientos socio-políticos. Para formar parte de la solución y no
del problema, las ONGs progresistas deben trazar una clara línea de
diferenciación entre ellas y las ONGs millonarias, como el Foster
Parent Plan, que junta 300 millones de dólares por año, Misereor, 214
millones al año, World Vision, 500 millones, Care, 50 millones. Esas
agencias millonarias colaboran con el imperialismo
euro-estadounidense y son financiadas para debilitar los movimientos
sociales mediante el "desarrollo comunitario" y "familiar" en el
marco del colaboracionismo de clase. En la actualidad, las
fundaciones de las corporaciones multinacionales, el Banco Mundial y
los imperios euro-estadounidenses, invierten más de 7 mil millones de
dólares en ONGs para minar un desarrollo público general y los
movimientos anti-sistémicos. Las ONGs progresistas sólo pueden
participar en las luchas populares para oponerse a la guerra y
resistir a la globalización si rechazan los fondos de fuentes que
limitan sus objetivos. Todo financiamiento proveniente de la
estructura del poder comporta "condiciones" -restricciones en las
luchas, el programa, las tácticas, y la estrategia. Pensar de otra
manera es engañarse, Para llegar a ser una fuerza verdaderamente
independiente, las ONGs progresistas deben volver a sus raíces, y
conseguir la lealtad de su gente para autofinanciarse y vivir y
trabajar con donaciones voluntarias de aquellos que pretende servir.


No es una época fácil para las ONGs, ni para los movimientos
populares, pero los tiempos cambian, la reacción sobrepasa las
fronteras. La necesidad lleva a la gente a la lucha. Creo que hay un
poderoso movimiento de resistencia que va desde el campo y los
barrios de América Latina, Asia y África a las calles, a las ciudades
y a los movimientos contra la globalización de Europa-EE.UU. Debemos
aprovechar nuestras oportunidades y avanzar, rechazando los cantos de
sirenas de derrota, muerte, destrucción y desmoralización.


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