fran ilich on Sun, 29 Dec 2002 18:38:09 +0100 (CET)


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[nettime-lat] EZLN is in da House!


[para aquellos de nosotros quienes quisieramos ver al spiralteknismo y al
zapatismo un poco mas conectados. / saludos afectuosos desde el centro de
méxico, en la col. roma / f.]



EZLN is in da House!

= Angel Luis Lara 


Música tecno y juegos de espejos en el mar de la globalización

La internacional zapatista sobrevuela el planeta. Unas veces nos despierta
con el sigilo de su silencio y otras con el ruido transformado en sentido de
sus mensajes aéreos. El vuelo raso de su flota de aviones de papel envuelve
las ciudades y los campos con el sonido de sus motores. Más de 180 bpm, el
sonido de la selva atraviesa el puente hacia el drum'n'bass y se hace urbano
y metálico. Como las estructuras de los rascacielos, como las agujas que
surcan los vinilos, como las mezclas del Dj y el ritmo que vomita la
computadora. Cortar y pegar, recoger y actualizar, recibir el golpe y
levantarse. No rendirse, fundirse en la multitud. La noche es larga todavía.

La mariposa se despereza y agita con su efecto el mar de la globalización:
el gesto de un indígena zapatista sembrado en el aire de la Selva Lacandona
aparece al mismo tiempo serigrafiado en la camiseta de un joven londinense.
Sobre un camión treinta mil vatios de sonido doblan la esquina y toman la
avenida. Es sábado por la tarde. El software de Matrix despierta y disuelve
la ilusión de los escaparates, el encierro de los códigos de barras. Ya son
cientos los que bailan y ocupan la calle con la fiesta. Reclaim the streets.
La música electrónica, el tecno como agua de mayo, la alegre rebeldía. El
sampler dispara las palabras que el color de la tierra hace brotar a miles
de kilómetros de distancia: nosotros nacimos de la noche.

¿Cómo es posible tal cúmulo de conexiones? ¿Cómo es posible que en el mar de
la globalización islas aparentemente tan distantes formen archipiélagos?

Preguntas que llevan a más preguntas y que se reconocen en los espacios
abiertos por la inesperada red mundial de movimientos que ha visto la luz en
los últimos años enterrando cualquier pretensión de ponerle fin a la
historia, suspendiendo la mediática y efimera celebración del
neoliberalismo. En cualquier caso, parece que muchas de las conexiones que
pueblan los territorios del antagonismo global poseen una naturaleza
azarosa. El movimiento de movimientos se ha reapropiado del azar y le ha
movido el tablero de juego a los poderosos. Es probable que esta
reapropiación del azar esté ocupando un lugar importante y no declarado en
el seno de las preocupaciones y lógicas que mueven las políticas sistémicas
actuales. Es una hipótesis: entre otras cosas, la redefinición imperial de
las coordenadas del orden mundial y la imposición de una guerra global
permanente tras el 11 de septiembre de 2001 suponen un desesperado intento
por recuperar la iniciativa, por restaurar uno de los principios
fundamentales del poder soberano y de su ejercicio de la gobernabilidad:
reservarse el azar y atribuir la norma. En este sentido, el reto actual del
movimiento de movimientos es saber leer las transformaciones en curso antes
de que se hagan visibles, reinventar su primigenia capacidad de
imprevisibilidad y anticipación.

Hablamos de azar en la determinación de las conexiones, en la multiplicidad
inagotable de disparatados y entretenidos juegos de espejos. Es fácil ver a
unos en otros y a otros en unos atravesando esos espejos y traduciendo los
reflejos a sus propias lenguas, pintándolos con sus colores, poniéndoles su
propio ritmo. Detengámonos por un momento en una observación: en el marco de
este movimiento de traducción y transcodificación muchos de los gestos y las
claves que han ido apareciendo a lo largo de la vida visible de ese proceso
que es el zapatismo son reconocibles en otros espacios y territorios. El
Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), sin atribuirse
protagonismo alguno, ha actuado como motor simbólico de una renovación de la
rebeldía plagada de rupturas y redefiniciones. Ha sido más una consecuencia
no querida de la acción, algo azaroso, que se escurre y escapa al cálculo.

Su capacidad de multiplicar esperanzas y reflejar deseos ha impactado en una
amplia tipología de territorios. La música es uno de ellos. Una improvisada
y abierta guerrilla musical internacional ha puesto ritmo y ha tejido la
expresión de la solidaridad y la cooperación en los últimos años a través de
conciertos, sound systems y grabaciones paridas en todas las latitudes.
Cuando la multitud se expresa, cuando emergen espacios públicos y el
movimiento toma la calle, la música ocupa un lugar central. Particularmente
la música electrónica y el tecno en el caso de Europa.

Desde estas premisas la propuesta de este texto es sencilla: un viaje por
las conexiones entre el zapatismo y la música tecno, una exploración de los
territorios comunes no declarados explícitamente, de las coincidencias que
azarosamente apuntan hacia un espíritu hermano, una naturaleza compartida.
Simplemente la propuesta de un entretenido juego de espejos que acabe por
atravesarlos. 

Tecno y zapatismo: el deseo de globalidad.

Una aproximación genealógica a la música tecno debería partir del movimiento
The Art of Noise, que a comienzos del siglo XX empezó a experimentar con
composiciones inspiradas en el devenir mecánico y eléctrico de la ciudad.
Construyendo cajas caseras a las que incorporaban diferentes sonidos de la
urbe, este grupo de artistas futuristas comenzó a hacer algo parecido al
tecno, pero todavía sin la incorporación de beats, los golpes que delimitan
el tiempo rítmico en la nueva música electrónica. Al mismo tiempo,
compositores como Schaffer y Henry comenzaron a cortar y pegar cintas
magnéticas con el fin de crear piezas musicales con fragmentos de diferentes
sonidos, generando así una práctica de composición musical cut-up que seguía
las lógicas del collage desarrolladas por las vanguardias artísticas de
aquella época y que puede ser considerada como un verdadero antecedente del
actual sampling que caracteriza y atraviesa las culturas y las músicas tecno
contemporáneas. 

El tecno, por lo tanto, no sólo es heredero del funk, el disco, el dub, el
tecnopop y la música industrial de los años setenta y ochenta, sino que
también encuentra en las vanguardias artísticas de la primera mitad del
siglo pasado un punto de partida nada desdeñable. Con ellas comparte, aparte
de técnicas concretas de composición, su deseo de globalidad, el desarrollo
permanente de dinámicas globalizadoras que violan e invalidan las fronteras
entre diferentes estilos musicales, temporalidades, campos de experiencia,
territorios, etc. Es un campo de globalidad, una experiencia que nace y se
alimenta de la globalización. Nombres de sellos discográficos, bandas o
colectivos ligados al movimiento tecno como Transglobal Underground, Global
Tecno o Global Communication's Universal Language ejemplifican formalmente
esta idea. 

La palabra globalization, de la que parece derivar su homóloga en
castellano, se incorporó a un diccionario por primera vez en Estados Unidos
en el año 1961. La semántica de la globalización obliga a definirla como un
concepto polisémico. Supone una expresión que otorga unidad lingüística a
una diversidad de significados que determina tanto su riqueza interpretativa
como su intrínseca ambigüedad política.

La definición hegemónica es aquélla que la señala como proceso de
liberalización y desregulación de los movimientos de capital a escala
mundial, que provoca la universalización del modelo de crecimiento económico
y de sociedad capitalista occidental, generalizando una única racionalidad
tecno-científica e imponiendo la lógica de las empresas multinacionales y
del capital financiero en todo el planeta. Esta primera aproximación, ofrece
la imagen de un mercado mundial en plena recomposición a través de la
intensificación de los flujos de comunicación, de la internacionalización de
los mercados de bienes y servicios, de la naturaleza financiera de los
procesos de acumulación, del desmantelamiento del denominado Estado social y
de la deslocalización y reconcentración industrial. La globalización es,
desde este punto de vista, la actual fase de desarrollo del capital.

Sin embargo, podríamos decir con Nietzsche que las palabras no tienen un
significado original, que son siempre inventadas por las clases dominantes
no para que indiquen un significado concreto, sino para que impongan una
determinada interpretación. A esa idea nos acerca precisamente la naturaleza
polisémica del concepto de globalización. La definición que condena a la
globalización a ser únicamente interpretada en las coordenadas capitalistas
del neoliberalismo no es más que el concepto de globalización neoliberal. A
partir de diciembre de 1999, cuando la movilización de la sociedad civil
hizo fracasar el Millenium Round de la Organización Mundial del Comercio en
la ciudad estadounidense de Seattle, se comenzó a hablar de otra
globalización y a entender políticamente en toda su complejidad la
naturaleza polisémica del término. Desde entonces, ha quedado claro que la
globalización no es una única cosa y que los múltiples procesos que se
reconocen en el término no están unificados ni son unívocos. El movimiento
de movimientos del que se empezó a hablar a partir de las jornadas de
Seattle ha puesto de manifiesto reiteradamente que su tarea política no es
sólo resistir a los procesos globales que impulsa el neoliberalismo, sino
reorganizar y dirigir la globalización misma hacia otros horizontes. La
"globalización desde abajo", que se ha hecho posible sobre el mismo terreno
de las tecnologías de la comunicación que han contribuido a acelerar los
procesos de "globalización desde arriba", no comprende a movimientos
"antiglobalización". El sentido de esos movimientos no es cuestionar la
globalización de forma general, sino combatir su modalidad neoliberal. En
cierto sentido, las fuerzas contestatarias están prefigurando una red y un
universo de una naturaleza más global e integral que las propias estrategias
actuales del capital.

La deriva que ha ido tomando el proceso abierto por el EZLN en enero de 1994
forma parte de este espacio común que concibe la acción política desde una
lógica global y que activa propuestas estratégicas que ahondan y se
inscriben en los espacios de la globalización misma. Pese a la inicial y
obsesiva pretensión gubernamental de encerrar el conflicto explícitamente
abierto por los zapatistas en los confines de una dimensión meramente
localista y étnica, ha quedado eminentemente clara la voluntad de globalidad
que caracteriza las propuestas e iniciativas del EZLN. Prueba de ello es la
estrecha e importante comunicación construida con una sociedad civil
nacional e internacional que, a diferencia de la relación establecida con
otros movimientos armados latinoamericanos en otras épocas, no sólo ha visto
en la relación con los zapatistas un ámbito para el ejercicio de la ayuda y
la solidaridad, sino que ha entendido el zapatismo como una herramienta útil
para pensar y construir realidades políticas en muy diferentes lugares del
planeta. 

La celebración en julio y agosto de 1996 del Primer Encuentro
Intercontinental por la Humanidad y contra el Neoliberalismo en los cinco
Aguascalientes del territorio rebelde chiapaneco es el momento en el que
este deseo de globalidad se concretiza por vez primera. En aquel entonces,
cerca de cinco mil personas de cuarenta y dos países diferentes compartieron
con los hombres y mujeres zapatistas la construcción de redes y puentes para
la constitución de una respuesta global al neoliberalismo. A lo largo de los
últimos años esta cadencia global se ha ido agudizando paulatinamente. Su
último episodio ha sido la denominada Marcha del Color de la Tierra y la
concepción por parte del movimiento de movimientos de este acontecimiento
como un capítulo más de su propio desarrollo, así como la participación
activa de la sociedad civil internacional en la caravana que acompañó a la
delegación zapatista durante todo el recorrido. Los zapatistas parecían
estar lanzando un mensaje a la opinión pública y al propio movimiento
indígena mexicano con la relevancia que otorgaron a la participación
"extranjera" en momentos y aspectos concretos de la marcha. Parecían estar
diciendo: "formamos parte de un movimiento global, que no se nos olvide
nunca". 

Esta territorialización global de los espacios del zapatismo también es
observable en la música y la cultura tecno. El tecno comparte el
medioambiente de la globalización y también manifiesta un profundo deseo de
globalidad con sus propuestas metodológicas y sus expresiones artísticas. Su
dimensión global se hace visible en su pretensión de transgredir
constantemente los límites tradicionalmente existentes entre los terrenos de
la composición musical y de la escucha, a través de la redefinición de las
nociones de autor, público y concierto, coordenadas desde las que comúnmente
se concibe la identidad y la acción en el ámbito de la música.

Su transgresión implica la ruptura con el esquema tradicional de producción
musical desarrollado a lo largo del siglo XX. Los dos elementos
fundamentales de dicho esquema son la producción estandarizada y masiva de
una mercancía acabada y diferenciada a través de las formas de la empresa
capitalista y la producción de un ritual de interacción en el que se
representa y sacraliza el propio momento de la producción y se celebra el
control simbólico de los medios de producción por parte de los denominados
artistas. El resultado son las figuras del disco y el concierto como los
elementos en los que se objetiva y sobre los que se articula la producción
musical. 

La música tecno, por el contrario, propone una redefinición de los roles de
autor y público y redimensionaliza la creación musical en un ámbito
plenamente colectivo. El patrimonio de la obra no recae sobre el autor
formal, ni ésta es considerada como un objeto acabado. Las músicas están
siempre en proceso y su característica fundamental es su naturaleza
fungible, el hecho de que se realizan en el uso y que en su proceso de
circulación pueden ver alterada su composición y su estructura. El disco es
un momento que solamente tiene sentido dentro de un conjunto de fragmentos
que opera como nueva medida de la expresividad musical. Las obras están
sujetas a un movimiento constante que se hace visible en la cultura de los
platos, en la actividad performativa de los Dj's que componen nuevas obras a
partir de la mezcla de fragmentos de diferentes composiciones musicales. El
disco no es un fin, funciona como un medio. La creación musical no es objeto
de consumo pasivo, sino sujeto de uso activo y productivo.

Uno de los fenómenos más importantes de este proceso de redefinición es la
apertura de la creación musical a aquéllos que no son músicos, algo que el
tecno hereda del punk y que comparte con el hip hop. Esta democratización de
los medios se ha visto favorecida en los últimos años por las innovaciones
tecnológicas y el desarrollo de la sociedad informacional. En una entrevista
reciente el propio Manu Chao lo expresaba de la siguiente manera: "Creo que
ahí la tecnología ha sido muy positiva. Ahora todo el mundo tiene sus
herramientas para poder crear. Hacer un disco ya no es tan caro como hace
diez años". Todo aquel o aquella que posea una mínima infraestructura
técnica, una computadora con el software apropiado o un sampler, puede hacer
música en su casa. Es esta cierta socialización del acceso a los medios de
composición y difusión la que favorece un movimiento de feed back en la
comunicación entre autores y público.

En cierto sentido es la misma alteración que propone el zapatismo con su
concepción de la política: ésta no es una profesión que remite a una
dimensión técnica de gestión de recursos, sino que forma parte de la propia
naturaleza social del ser humano. El hombre y la mujer son animales
políticos que no se entienden sin su categoría de ciudadanos, sin su
participación directa en la gestión y decisión sobre los asuntos públicos.
La política es lo común. No puede ser un objeto de consumo pasivo, como
indican los postulados de la mercadotecnia electoral, sino que debe ser
vivido de manera activa y permanente por todos y todas.

Esta idea se encuentra ya netamente expresada en la Segunda Declaración de
la Selva Lacandona, fechada el diez de junio de 1994. En ella el EZLN
manifiesta que el derecho elemental más valioso del ser humano "es el
derecho a decidir, con libertad y democracia, la forma de gobierno". De esta
forma, la política aparece como elemento constitutivo de la vida social del
ser humano que es reconocido como el derecho más elemental y más importante.
La ruptura con la concepción sistémica del hecho político es absoluta: el
eje fundamental de la sociabilidad es el ejercicio colectivo de la política.
Avanzar y profundizar en la democracia significa cuestionar la pretensión
ideológica neoliberal de establecer el mercado como único principio de
regulación e intentar convertir el intercambio mediado por el consumo y el
interés privado en los principios constitutivos de la sociabilidad misma. La
política es cosa de todos y todas, su patrimonio es algo común, global.

Precisamente uno de los puntos más importantes de las reivindicaciones y
luchas que están protagonizando los pueblos indígenas de México, es su
pretensión de ser reconocidos como sujetos políticos, como ciudadanos. Es
cierto que en sus discursos está implícita una crítica a la concepción
liberal de la ciudadanía, una voluntad de estirarla y convertir al colectivo
en el elemento determinante por encima de la engañosa categoría de
individuo, pero en primera instancia lo que aparece inscrito en las
reivindicaciones indígenas como elemento más significativo es su
determinación de combatir a un poder que los condena a ser nuda vida, vida
desnuda, vida sin derechos y sin atributo político alguno, meros objetos.

Dj's y rave: el anonimato y la intersubjetividad.

La música electrónica borra la centralidad que posee la figura del
intérprete en otras culturas musicales. Los Dj's no ocupan el centro de la
escena ni se elevan por encima del público, se integran en la multitud que
baila al ritmo de la música. Esta forma de estructuración de los espacios en
los que se desarrollan las fiestas tecno implica que no existe una línea
unidireccional del intérprete al público y que los sonidos no poseen una
naturaleza inmóvil, sino que como manifiesta Dj Scud son "algo hacia lo que
te puedes mover". La música constituye una autopista por la que transita la
comunicación entre los agentes convertida en un flujo: del intérprete al
público, del público al intérprete. La línea divisoria entre sujeto de la
enunciación y objeto del enunciado se borra literalmente, desaparece en el
fluir comunicativo de los sonidos. El espacio concreto y paradigmático de
desarrollo de estas relaciones sujeto/sujeto que rompen con las lógicas
tradicionales asociadas a la categoría clásica de concierto
(sujeto-intérprete/objeto-público) es la rave, uno de los elementos más
importantes de la cultura y la música tecno.

Una rave es una fiesta alegal o ilegal que se desarrolla al aire libre o en
lugares que en un principio no están concebidos para tales eventos (casas y
edificios abandonados, plazas céntricas de las ciudades, facultades
universitarias, etc.). El momento álgido de este tipo de manifestaciones del
movimiento tecno se produjo a finales de los años ochenta y comienzos de los
noventa. Aunque las derivas primigenias de la nueva música electrónica
nacieron en los Estados Unidos, alcanzaron su difusión masiva en Europa, en
ciudades como Berlín y Londres. Precisamente fue en el Reino Unido donde
entre los años 1989 y 1994 logró su mayor difusión el fenómeno de las raves.
Estas fiestas, atravesadas sistemáticamente por la pretensión de provocar
una comunicación directa entre la música y los estados de ánimo de la gente
a través de una modulación consciente de la intensidad rítmica, crecieron
rápidamente, llegando a congregar a miles de personas en numerosas
ocasiones. Poco a poco fueron abandonando su primigenio espíritu de corte
meramente hedonista para convertirse en formas políticamente orientadas de
control y gestión autónoma y autodeterminada del ocio y de los espacios
urbanos y rurales por parte de los jóvenes. El aumento de la intensidad de
su significación y sentido político acabó por convertirlas en problemas de
orden público para las autoridades. En 1994 el gobierno británico promulgó
la Criminal Justice Bill, una ley que textualmente declaraba como acto
delictivo cualquier concentración no autorizada en la que se escucharan
repetitive beats. Bandas y sounds systems como Spiral Tribe todavía se
encuentran en situación de busca y captura.

El carácter alegal o ilegal de las raves hace que aparezcan como momentos
excepcionales, como verdaderos acontecimientos. Precisamente es la
paradójica articulación de un espacio y un tiempo excepcional con el arraigo
que provoca la intensidad del ritmo y de las relaciones basadas en la
vivencia de un presente común lo que otorga más fuerza a este tipo de
eventos. Se trata de efímeros y muchas veces espontáneos espacios rítmicos
compartidos en los que la multitud se cohesiona a través de un contagio
afectivo que produce una sincronización de individuos y grupos que viven
colectivamente una organización rítmica particular en un momento concreto.
Esta experiencia comunitaria efímera conforma amorfas agregaciones de
personas que interactúan a través de la música y que chocan frontalmente con
la idea de una masa jerarquizada, afiliada a un líder o a una institución,
que sigue un sistema de creencias que ordena y determina el espacio y el
tiempo. Es un ejercicio masivo de interacción entre elementos que no poseen
una afinidad natural o directa que se desarrolla a través de la empatía que
origina el ritmo, por la corriente que arrastra la música.

El bucle rítmico que une a la gente que baila y al Dj que pincha la música y
mezcla los ritmos sintetiza la naturaleza intersubjetiva de las raves. Los
Dj's carecen de un programa establecido, la música es un puro devenir que se
produce según las reacciones de la gente que se expresa en el baile. Se hace
camino al andar. La improvisación constituye uno de los elementos más
relevantes en este sentido, una improvisación que precisamente impide al Dj
la repetición, la copia de sí mismo, la autorreferencialidad. Desde este
punto de vista, el Dj aparece como un flujo que se agudiza como tal a través
de los continuos juegos de seudónimos que ocultan identidades y nombres
reales, que se crean para radicalizar el anonimato y constituir una máscara
simbólica que posibilita la constitución de verdaderos mitos.

Resulta divertido imaginar el paralelismo entre las características y
cualidades de las raves y de los Dj's que hemos enunciado y el zapatismo. Es
solamente un juego, pero un juego que sorprende por el cúmulo de
coincidencias en el seno de mundos tan lejanos. La proposición inicial del
juego es atrevida: la rave opera como metáfora eficaz que condensa el
significado y la naturaleza de la democracia y la política que se deduce de
las propuestas y las iniciativas del EZLN.

El zapatismo es "algo hacia lo que te puedes mover", tal y como Dj Scud
define los sonidos en la música tecno. Según el propio Subcomandante Marcos,
una de las cosas más importantes de la Marcha del Color de la Tierra que
protagonizó el EZLN en 2001 es que al final de ella no sólo los zapatistas
pudieron decir "nosotros marchamos por tal comunidad", sino que las propias
comunidades por las que pasó la marcha han podido decir "nosotras marchamos
a los zapatistas". Este juego de espejos, esta ruptura de la línea divisoria
entre sujeto del camino y objeto caminado, es precisamente uno de los
elementos más relevantes del discurso zapatista. Se trata de una concepción
de la sociedad y de la política atravesada por una lógica de la
intersubjetividad que no es ajena a la cultura de los propios pueblos mayas
del sudeste mexicano. La estructura de la lengua tojolabal, por ejemplo,
determina que todas las personas y cosas representamos sujetos. Se trata de
una lengua ergativa, es decir, un orden lingüístico en el que las
descripciones verbales de acontecimientos exigen de la presencia de una
pluralidad de sujetos y de la exclusión de toda clase de objetos. Las
estructuras sintácticas empleadas por los hombres y mujeres tojolabales
aluden a relaciones entre varios sujetos actores, mientras que las propias
del castellano hacen referencia a relaciones que se establecen entre sujetos
actores y objetos que reciben la acción de esos sujetos y que funcionan como
objeto indirecto desde el punto de vista gramatical. En cierto sentido, el
"Ya basta" zapatista del primero de enero de 1994 no significa más que la
determinación colectiva de luchar por una intersubjetividad general que
ponga fin al papel de objetos al que históricamente se ha condenado a los
pueblos indios mexicanos y a los explotados y ninguneados de la tierra.

Como las raves, que burlan el control y las imposiciones de las autoridades,
el zapatismo constituye un gesto desobediente, un ejercicio colectivo y
decidido de desobediencia civil. La pancarta que en agosto de 1994 daba la
bienvenida a los asistentes a los actos de la Convención Nacional
Democrática en el primer Aguascalientes construido por los zapatistas en
Guadalupe Tepeyac no sólo catalogaba la selva Lacandona como "cuna del EZLN
y rincón digno de la patria", sino que también la definía como "guarida de
transgresores de la ley". El texto no dejaba lugar a dudas. La espectacular
ofensiva realizada por el EZLN en diciembre de 1994 que dio lugar a la
creación de los treinta y dos Municipios Autónomos en Rebeldía zapatistas,
puso también de manifiesto la voluntad de controlar y gestionar
autónomamente espacios y territorios concretos. El paralelismo con el
espíritu de la cultura tecno que encuentra en las raves, auténticas
experiencias de control y gestión del ocio y el espacio, uno de sus medios
de expresión más importantes es tan disparatado como notable.

La multitud amorfa que da cuerpo a las raves, posible gracias al consenso
movido por el propio ritmo entre sujetos heterogéneos que no interactúan
mediante afinidades naturales, se asemeja enormemente a la multitud que
acompaña cada paso público y abierto que da el EZLN. La propia categoría de
sociedad civil tan acuñada por los zapatistas induce a pensar en esa idea:
un conjunto amorfo conformado por sujetos muy diversos que se mueven más por
esquemas de afinidad afectiva que por la existencia de una supuesta
homogeneidad ideológica. Por eso precisamente el zapatismo habita el puente
que hay entre la cabeza y el corazón, por eso es de la tripa. Porque sabe
agitar y movilizar las empatías con una enorme inteligencia y eficacia,
porque tiene que ver sobre todo con los afectos.

La simbiosis entre la figura del Dj y las gentes que se agitan por el ritmo
en una rave, el flujo comunicativo entre ambas realidades y su fusión a
través de la música, son la manifestación concreta de un caminar
preguntando: el Dj no es más que un selector de frecuencias que consulta
cada paso que da, que escucha permanentemente el deseo de los otros. Su
permanente búsqueda del anonimato queda eficazmente ilustrada con el
siguiente dato: a falta de artistas reconocibles el calificativo que más
frecuentemente utilizaba la prensa musical para referirse al tecno antes de
su eclosión era faceless, sin cara. Los Dj's no son individuos, son
condividuos, singularidades múltiples atravesadas por flujos comunicativos
que exceden los límites de la identidad y del cuerpo individual y que,
además, no facilitan mucho las cosas a policías y jueces. Los seudónimos y
los nombres múltiples son frecuentes no solamente en el mundo de los Dj's y
de la música tecno. En la película Spartacus, de Stanley Kubrick, todos los
esclavos derrotados por Crassus afirmaban ser Spartacus, de la misma manera
que todos los zapatistas son Marcos. El pasamontañas es la estrategia que
permite a los zapatistas la práctica del anonimato, la articulación de una
identidad difusa que expresa la voz de nadie en general y de todos en
particular. Marcos es un nombre colectivo que no sólo deconstruye
simbólicamente la figura del líder o el jefe al acompañarse del título
"subcomandante", el grado más bajo en el escalafón militar, sino que además
opera abiertamente como mito: constituye un signo vacío, un lugar que puede
ser llenado con numerosas historias y leyendas, así como convertirse en
expresión y punto de identificación de las más variadas fantasías.

El sampling: la mezcla y el híbrido.

Otro de los elementos básicos de la música tecno es el sampling, es decir,
el empleo de sonidos provenientes de grabaciones diferentes mediante un
sampler, una máquina que graba y reproduce frecuencias de sonidos. Junto al
mix, la actividad del Dj que mezcla los discos entre ellos, el sampling
permite la introducción de extractos de obras musicales de otros tiempos en
las nuevas composiciones. El deseo de novedad radical que mueve a la nueva
música electrónica no implica romper con el pasado ni con los vínculos con
la tradición. La experimentación en la cultura tecno no se opone a la
experiencia. El músico Susumu Yokota lo expresa así: "Los sonidos son
producto de mi memoria, incluyendo los que no he experimentado directamente,
como un dejá vu. Como una escena sacada de las películas de mi memoria,
aunque no pueda decir de qué película exactamente". Hay una relación directa
entre el sampling y la memoria como algo que remite a una realidad viva: la
utilización frecuente de antiguas grabaciones muestra que no se trata de
música muerta, que aún posee potencialidades que desarrollar y virtualidades
que actualizar. El pasado no está cerrado. Sin embargo, en las composiciones
tecno no emerge una mezcla de cosas previamente existentes, se produce algo
nuevo, una nueva articulación de elementos que han dejado de ser lo que eran
y que constituyen una nueva disposición.

El sampling nos acerca al último capítulo del juego de espejos que nos hemos
propuesto: la hibridación y el recurso permanente a la memoria son espacios
comunes que comparte con el zapatismo. El EZLN es un híbrido, una mezcla muy
otra, un cocktail que da lugar a una disposición completamente nueva de los
elementos que se combinaron y que ya han dejado de ser lo que antes eran.
Por un lado, la cultura política revolucionaria que portaban en sus mochilas
los primeros que iniciaron la aventura hace unos dieciocho años. Por otro
lado, la cosmovisión y las estructuras socioculturales de las comunidades
indígenas chiapanecas. Del choque entre ambas dimensiones y realidades se da
una mezcla que ya no es la suma de las partes, sino algo nuevo: el
zapatismo. Producto de puro sampling.

Nota. La elaboración de este texto no hubiera sido posible sin el trabajo de
investigación sobre el tecno desarrollado por Amparo Lasén e Iñaki Martínez
de Albeniz y plasmado en su interesantísimo artículo "El tecno: variaciones
sobre la globalización", publicado en el nº 36 de la revista Política y
Sociedad (Facultad de C.C. Políticas y Sociología de la UCM, Madrid 2001).
Tampoco sin la inestimable información sobre música electrónica
proporcionada por Isidro López. "Como cada uno de nosotros era varios, en
total ya éramos muchos. Aquí hemos utilizado todo lo que nos unía, desde lo
más próximo a lo más lejano. (Š) ¿Por qué hemos conservado nuestros nombres?
Por rutina, únicamente por rutina. Para hacernos nosotros también
irreconocibles" (Gilles Deleuze y Félix Guattari, Mil mesetas, Pre-Textos,
Valencia, 1994). 

Este texto es riguroso copyleft.
Se permite su libre reproducción por cualquier medio siempre y cuando su
circulación sea sin ánimo de lucro y esta nota se mantenga.

Revista Rebeldía 

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