fran ilich on Sun, 5 Jan 2003 07:21:02 +0100 (CET)


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[nettime-lat] una entrevista con dj spooky.


La filosofía en bandeja
http://pagina12.feedback.net.ar/suplementos/radar/vernota.php?id_nota=474&se
c=9

En medio de una gira por EE.UU., el célebre DJ Spooky (né Paul Miller)
aceptó una entrevista con la revista Digress para repasar algunas claves del
lado más oscuro de su vida: su vieja tesis sobre Ludwig Feuerbach, sus
relaciones con Franz Fanon y Walter Benjamin, su pasión por la
tecnología y la ciencia ficción y todo lo que su talento para las bandejas
le debe a una disciplina tan ajena (o tan pertinente) a las pistas de baile
como la filosofía. 
Por Sam Tobin

­Hoy es mi día libre. Hace rato que estoy girando por Estados Unidos. Ahora
estoy en Kalamazoo. Salvo algunos carteles, un Burger King y unas playas de
estacionamiento, no hay gran cosa por acá. Supongo que dar una entrevista es
más interesante que mirar por la ventana.
¿Qué estás leyendo ahora? ¿Qué te gusta leer?
­Créase o no, el libro que hoy más tuve entre las manos es uno excelente de
J. G. Ballard, Manual de uso para el milenio. Y estoy leyendo Distracción,
una ficción del escritor ciberpunk Bruce Sterling.
¿Qué te interesa de la ciencia ficción? ¿Qué utilidad tiene para tu trabajo?
­Bueno, básicamente la ciencia ficción trabaja con las permutaciones del
presente: cómo las personas dan vuelta las cosas, cómo imaginan que serían
si no fueran como son y cómo podrían haber sido o fueron en el pasado.
Esperá un segundo: es el servicio de habitación. (Spooky habla con los del
servicio de habitación.) Te decía: muchos de esos libros hablan de cómo cree
la gente que podría haber sido el presente si las cosas hubieran sido de
otro modo.
Hay algo común, me parece, a la ciencia ficción y a buena parte de tu
trabajo musical: esa manera de encarnar el mundo de un relato a través de la
inferencia. Como cuando leés una frase que dice: ³La puerta se dilató², cosa
que las puertas no hacen en la realidad, pero sí en el relato. Ese espacio
negativo, que no es sólo argumental sino ambiental.
­Samplear es exactamente lo mismo. Yo lo llamo ³mandarse un fax a uno mismo
con los restos sónicos de una canción posible o de un posible futuro
musical². Y lo mismo pasa con la creación literaria. Pensá en Magritte, en
las perspectivas extrañas de M.C. Escher, con esos bucles y esas imágenes de
un surrealismo casi matemático, y comparalos con el sampleo, que crea
algoritmos y cosas para hacer secuencias, ritmos. Ahí hay un paralelismo. Es
como la repetición, como la música de DeJuca o Steve Reich, que repiten
motivos una y otra vez hasta que perdés la noción del tiempo y tu mente se
pone a vagar y empezás a llenar los blancos. Es lo que vos decías, lo de las
alteraciones en las puertas y pasillos y todo eso. Todo consiste en cómo la
gente juega con la imaginación. Creo que estamos en un momento de la cultura
musical en que nadie está demasiado seguro de lo que está pasando. Las cosas
están abiertas. La gente puede usar efectos de sonido como si fueran tracks
reales. 
Las giras permiten que la gente acceda a tu trabajo como músico, pero no
como escritor. ¿Cómo afecta tu experiencia y tu éxito como músico tu
relación con las ideas y autores ­Fanon, Benjamin­ que manejás cuando
escribís?
­Bueno, todo eso hace que esas ideas parezcan... convincentes. Estoy acá, en
Kalamazoo, y la arquitectura es la misma que la de la mayoría de las
ciudades norteamericanas, las calles siguen el mismo patrón, hay campanarios
de iglesia, el cartel de Burger King cuelga sobre la calle principal, está
la estación de servicio, bla bla bla, y cuanto más viajo más me doy cuenta
de hasta qué punto es clave mantener vivo el sentido crítico de toda esa
estética norteamericana que he tratado de llevar a la música. No es un
chiste. Toda esa mierda norteamericana, toda esa dispersión posmoderna es
totalmente... Es real en el sentido de que ahí es donde la gente vive y hace
y respira. Muchas veces me pregunto cómo la música me permitió interpretar
gran parte de esas cosas: la relación con los logos, cómo los DJs se hacen
sus propios logos o cómo la gente se pone seudónimos para estar on line.
Todos fabrican sus propios nombres todo el tiempo. Buena parte de mi trabajo
inicial tiene que ver con quién controla la memoria y los nombres.
Estuve leyendo tus liner notes, y he notado cuánto de todas las críticas que
se le hacen a tu trabajo descansa en ellas. ¿A qué lo atribuís? ­Sí, no
soportan que un músico escriba. Es una estupidez, porque el futuro es eso:
armar tu web site alrededor de tus discos, escribir tus propios textos, por
bizarros que sean. Como Rob Zombie, que arma él mismo su propio circo,
¿entendés? Lo que dicen mis liner notes es: ³Lo siento, pero yo vengo de una
escena filosófica².
Pensaba también en el uso que hacés de palabras o términos que vienen de la
teoría, cómo funcionan esas ³palabras clave² cuyo sentido está tan
sobredeterminado... De algún modo son poéticas, pero tienen una carga
fuerte. Quiero decir: el lenguaje filosófico metiéndose en la espina
vertebral de un disco...
­Yo sólo trataba de equilibrar mi formación. Hice mi tesis sobre Ludwig
Feuerbach y los jóvenes hegelianos y la noción de dialéctica y cómo todo eso
influyó sobre Nietzsche y Marx. Me gradué en filosofía y literatura
francesa, pero también tomé unos cursos menores de música electrónica con
Eliot Schwartz y me puse a discutir con mis profesores sobre cómo aplicar
cuestiones filosóficas a la música. Llevaba a las clases la música de KRS1 y
me decían: ³Sí, son cosas de chicos de ciudad, pero no veo qué puede tener
que ver eso con Immanuel Kant². Y yo decía: ³Exacto. Tratemos de ver
entonces cómo el conocimiento se disemina en entornos diferentes². Me
parecía algo saludable. Así que en mi primer disco trabajé con esa rara
energía que me daba el hecho de ir a la universidad y al mismo tiempo
disfrutar de la música contemporánea... Digo: yo no vivo en el siglo XVIII,
vivo ahora, y ahora las ideas se diseminan por los medios electrónicos. Ya
no hay monjes que copian libros. Yo no hice más que tratar de comparar las
distintas formas de conocimiento con que me encontré en la universidad con
las formas de conocimiento con que me encontré mientras crecía, cuando, de
chico, escuchaba música y veía televisión y todo eso. Hay distintos tipos de
conocimiento. No voy a ponerme a escribir un mamotreto filosófico sobre
³Beverly Hills 90210², pero es algo así. Le gente dice: ³Uf, tiene una
formación filosófica². OK: si no les gusta, que pasen a otra cosa. Pero por
alguna razón les molesta.
¿Sabés por qué?
­Aún no he podido darme cuenta. En parte, supongo, porque me la paso
sosteniendo que hay puentes que unen la filosofía y la cultura pop, y porque
descubro que muchos de los críticos que se ocupan del asunto, en especial
los que se sienten molestos, no saben de qué están hablando. Lo digo en
serio. Se enojan y se ponen a la defensiva: ³¿Qué clase de músico es este
tipo?² Y se molestan. Soy un tipo tranquilo, y mis liner notes no invitan a
matar a nadie. Es sólo filosofía. ¿Qué tiene eso de molesto?
A mí tus liner notes me hacen pensar por un lado en el uso que el hip hop
hace de ciertos términos: cómo les cambia el sentido, no sólo con el slang
sino también con los nombres de la gente y los alias y todo eso. Pero
también en tipos como Félix Guattari, que toma el término ³rizoma² de la
botánica, por ejemplo, y dice: ³En mi trabajo esta palabra va a tener esta
connotación y este sentido².
­Seguro. Para mí, eso es el hip-hop. El lenguaje es mutante, todo cambia. La
música es sólo una cara del discurso, y creo que lo que hace Félix Guattari
es poner en práctica lo que sucede en la cultura urbana, donde las cosas
cambian tan rápido, los estilos, la ropa, las maneras de hablar, las
palabras que usa la gente. Hoy día todo es reflejo mediático. Una cuestión
de velocidad electrónica. Y por lo general la filosofía lidiaba con gente de
movimientos lentos, capaz de acumular saber a lo largo de años y años.
Mientras que vos o yo o cualquiera podemos mandar un e-mail con una idea y
recibir una respuesta enseguida, o podemos ver algo en TV, leer el diario y
encontrar a la semana siguiente un artículo que dice exactamente lo
contrario... Lo curioso es que cada vez hay menos gente que lee. Cada vez
hay más libros sobre cualquier cosa y menos gentepara leerlos. No sé si es
bueno o malo, pero quiere decir que la gente saca información de otras
áreas, de la radio, la TV o...
En una entrevista que te hicieron por radio decías que no habías seguido una
carrera académica porque en la universidad hay poco funk.
­Es lo que decía antes: pasan tantas cosas, la gente está como flotando. Y
creo que ahora la escena académica no tiene un peso real; se la pasa mirando
hacia atrás. Y para mí lo más interesante está sucediendo ahora. No quiero
decir que haya que deshacerse del pasado. Para nada. Yo hice mis cuatro años
de college, escribí mi tesis y me recibí con altos honores, pero cuando
terminé pensé: ³Dios mío, ¿quiero seguir?² Quería escribir y trabajar con
cuestiones teóricas, pero ¿para qué seguir traduciéndole mi pensamiento a un
profesor cuando puedo tener mi propio website? Igual valoro mucho la
educación: creo que es algo genial y por eso elegí estudiar. Como en todo,
hay pros y contras. Si sos profesor te pasás un par de años en la
universidad leyendo, escribiendo, hablando con otros estudiantes, tratando
de despertar interés en ciertas ideas. Y seguís adelante. Siendo DJ estás en
un lugar distinto cada día, viajás, todo es pura aceleración. Pero me
encanta; me pone tan contento saber que voy a vivir a lo largo del siglo
XXI... Va a haber tantos cambios en nuestra relación con la cultura y la
información. Algunos podrán ser buenos, otros malos, pero creo que estamos
en una extraña encrucijada de la historia humana.
Sí, es una buena época para tener los ojos abiertos.
­Ninguna otra generación tuvo contacto con la cantidad de medios con que se
formó la mía. Todas las referencias de mi cerebro son electromagnéticas: TV,
dibujos animados, radio, internet. De algún modo somos todos samplers.
Cualquier canción estándar, cualquier tema de rock no es más que una cita de
citas de citas.
Hablemos de máquinas y de tecnología. ¿Qué relación tenés con toda la
tecnología de grabación a la que tenemos acceso hoy, y también con esa
mitología romántica que envuelve a la bandeja tocadiscos?
­Cuando apareció, el grabador era una metáfora de lo high tech. Edison, que
lo inventó, era un buen amigo de Ford y también de Emerson, cuyos escritos
al menos había leído bien, así que tenía ese delirio místico con el
Gramófono Edison, creía que podía capturar las voces de los muertos, hacía
modelos especiales para antropólogos para capturar las voces de las
diferentes tribus, y todo eso. Es todo lo mismo: se trata de crear tu propio
archivo. Registrar todas las voces y los estilos. Pero lo que me parece
genial de todo el asunto es que democratiza todo el proceso creativo. Por
eso Chuck D pone su música gratis en internet. Y si eso resulta molesto para
las grandes corporaciones es porque siguen ancladas en un sistema de control
protoindustrial. Así que la bandeja y el concepto de copiar y rebobinar
sonidos, ¿sabés qué? Es lo mismo que pasa en Africa, o lo que pasaba en la
Edad Media en Europa, cuando hacían canciones folklóricas que todo el mundo
podía cantar, como coros de iglesia. Pero en los últimos doscientos años
todos quisieron controlar todo. Como ahora con todos los procesos de
ingeniería genética, donde cada gen tiene su copyright. Es como si la
bandeja fuera la metáfora original del conflicto entre la memoria-control y
la memoria-libertad. Creo que estamos en el principio de una nueva modalidad
de la comunicación humana.
Quería preguntarte por el dub. Me da la impresión de que el dub funciona
como una suerte de marco histórico común para mucha de la música que se basa
en el vinilo.
­Sí, ¡y tienen discos enteros del mismo beat! Lo único que hace la gente es
imprimirle una levísima interpretación. O hacen todo un disco con el mismo
beat, exactamente el mismo, y le agregan distintos vocalistas o distintos
ritmos. Ése es el remix perfecto. Cada remix implica unainterpretación
personal de la relación que el autor establece con el ritmo.
Sí, en el dub no se esconde nada. ³Hay un solo ritmo y vamos a usarlo
durante los próximos cuarenta años.²
­Exacto. Y me gusta que sea así, aunque quizá yo sea el menos indicado para
decirlo, porque me encantan las idiosincrasias rarísimas con que la gente
hace las cosas, mientras que mucha gente defiende métodos más tradicionales.
Y al mismo tiempo ahora hay espacio para todo. La forma es tan abierta, son
tantas las cosas que pasan, que me da mucha curiosidad saber cómo la gente
puede crear algún consenso o algún tipo de forma con algo tan huidizo como
el sonido, que se te escapa entre los dedos como el agua. De todos modos,
hablemos de bandejas o de lo que sea, hay que entender que nos enfrentamos
con mitos, con el modo en que la gente crea y manufactura mitos y se
desplaza entre medios distintos. Por eso me gustan tanto J.G. Ballard,
Burroughs, Ishmael Reed o tipos anteriores como Olaf Stapleton, que escribió
entre los siglos XIX y XX una especie de ciencia ficción neovictoriana
delirante que transcurre dos billones de años en el futuro.
Hablemos de nombres, de alias, de identidades. La cultura DJ tiene la
palabra DJ, que es algo así como ³teniente² y podés estampársela a cualquier
cosa. El hip-hop ­y en menor medida el punk­ también practica esa operación
de re-nominación. Tu nombre, ³DJ Spooky², es un ejemplo de eso.
­Hay un tipo, un tal DuBois, W.E.B. DuBois, que escribió un libro llamado
Souls of Black Folk en el que habla de la ³doble conciencia norteamericana².
Dice que los negros tuvieron que enfrentarse con dos cosas: con los blancos
y con la necesidad de reconstruir su propia psicología. Eso es la ³doble
conciencia². Ahora nosotros nos enfrentamos con una especie de conciencia
múltiple: todos inventamos nombres nuevos, títulos para distintos estilos de
música, y esa proliferación no deja de acelerarse. Supongo, de todos modos,
que al ser fenómenos históricos, en algún momento se llegará a un punto de
fractura. Como en Roma, donde había todos esos dioses y cultos hasta que
apareció la religión cristiana.
¿Hay algún lugar allí para la política? Porque eso es algo que, al menos en
forma explícita, parece estar ausente de tu trabajo.
­Me interesa la política. Hay gente que piensa que soy político; y hay otros
que... Para mí, política es información. Cuanta más información tenés, más
podés comparar y analizar la situación que te rodea. Recién estoy en el
primer escalón de mi despliegue estratégico en el paisaje de la cultura pop.
Me gusta discutir cuando hay gente que tiene espíritu cuestionador. Me gusta
que me digan: ³Hey, viejo, ¡estás equivocado!² ¿Por qué no? Discutamos, pero
ése es sólo el primer escalón. Y al mismo tiempo es evidente que la nuestra
es la generación más apolítica de la historia norteamericana. Los índices de
voto están en el nivel más bajo, y cada vez hay menos gente que sigue el
proceso político y más gente que resulta afectada por las leyes que se
sancionan. Así que yo trato de generar conciencia en general y aplicarla a
ciertas áreas. Pete Rock y C. L. Smooth tienen una expresión genial,
³ghettos de la mente², que son esas regiones en las que la gente se encierra
porque se siente cómoda, sin darse cuenta de que pierde toda posibilidad de
dialogar o todo deseo de averiguar qué está pasando, y queda como sellada en
ese círculo cerrado. Todo es un poco así. La gente quiere comodidad, quiere
oír en una canción cosas que se repiten, quieren que si vas a cortar y
scratchear, los cortes y los scratchs sean limpios, aun cuando se trata de
algo puramente abstracto.
Ahora que estás de gira seguramente tendrás contacto con áreas a las que tu
trabajo nunca antes había llegado. Esa capacidad de sortear distancias es
algo que los DJs tienen en mucha mayor medida que cualquier otra clasede
músico. Vos, por ejemplo, has trabajado con ese matemático griego, Xenakis,
y también con Metallica.
­Y eso también molesta mucho. Xenakis, los chicos de Metallica... Son toda
gente que yo podría invitar perfectamente a mi cumpleaños. Soy muy buen
anfitrión, y en Nueva York suelo organizar cenas a las que invito a gente
radicalmente distinta. Al principio todo el mundo está nervioso, porque
cuando vas a una cena generalmente te encontrás con gente de un solo tipo. Y
mis fiestas son famosas porque siempre hay algo diferente. Y eso está bueno.
Creo que hemos terminado. ¿Querés decir la última palabra?
­Todo lo que puedo decir es esto: considerándolo desde una perspectiva
histórica, la cultura DJ es el futuro. Hoy todo es mix, ya sea video,
electrónica, trabajo en estudio, pintura, lo que sea. El perfil psicológico
ya está instalado: es el DJ. Q
    


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