Marcelo Terreni on Sat, 19 Apr 2003 19:57:19 +0200 (CEST)


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[nettime-lat] La herencia histórica de Irak quedó reducida ayer a cenizas


Adjunto nota que circula por e-mail acerca de la destrucción del Museo
Nacional de Irak y la Biblioteca de Documentos de Bagdad con una crónica
escrita desde la capital iraquí por el periodista Robert Fisk.

Y adjunto una nota del día de hoy sobre el tema:
http://www.clarin.com/suplementos/cultura/2003/04/19/u-00211.htm


La crónica de Robert Fisk, recibida por mail. Fecha: Martes 15 de Abril de
2003.

La herencia histórica de Irak quedó reducida ayer a cenizas

* Manos expertas en la quema de los Archivos Nacionales y la biblioteca de
los Coranes

Robert FISK, enviado especial en Irak

Bagdad, 14 de abril. Este lunes fue la quema de libros. Primero llegaron los
saqueadores, luego los incendiarios. Fue el capítulo final del pillaje de
Bagdad. La Biblioteca Nacional y los Archivos Nacionales -tesoro invaluable
de documentos históricos otomanos, entre ellos los antiguos archivos reales
de Irak- quedaron reducidos a cenizas en una hornaza de 3 mil grados de
calor. Luego la biblioteca de los Coranes, en el Ministerio de Donaciones
Religiosas, fue también pasto de las llamas.

Vi a los saqueadores. Uno me maldijo cuando traté de recuperar un libro de
derecho islámico de manos de un mozalbete que no podía tener más de 10 años.
Entre las cenizas de cientos de años de historia iraquí encontré un solo
archivo flotando en el viento, fuera del recinto: páginas y páginas de
cartas manuscritas entre la corte del alguacil Hussein de La Meca -el que
emprendió la revuelta contra los turcos por cuenta de Lawrence de Arabia- y
los gobernantes otomanos de Bagdad.

Y los estadunidenses no hicieron nada. Por todo el sucio patio volaron
cartas de recomendación a los tribunales de Arabia, demandas de municiones
para las tropas otomanas, reportes de robos de camellos y asaltos a
peregrinos, todos en la delicada caligrafía árabe. Tenía yo en las manos los
últimos vestigios de la historia escrita de Irak que quedaban en Bagdad.

Pero para Irak éste es el año cero. Con la destrucción de las antigüedades
del Museo de Arqueología, el sábado, y el incendio de los Archivos
Nacionales y luego de la biblioteca coránica del ministerio, situado a 500
metros, la identidad cultural de Irak queda borrada.

¿Por qué? ¿Quién encendió estos fuegos? ¿Con qué demente propósito se
destruye esta herencia? Cuando alcancé a ver que la biblioteca coránica se
quemaba -de las ventanas salían llamaradas de 30 metros de alto- corrí a las
oficinas de la potencia ocupante, la oficina de asuntos civiles de los
marines de Estados Unidos, para informar lo que había visto. Un oficial le
gritó a un camarada que un fulano decía que una biblioteca bíblica (sic) se
estaba incendiando. Les mostré la ubicación exacta en el mapa, el nombre
preciso -en árabe y en inglés- del lugar, les dije que el humo se veía desde
cinco kilómetros y que no llevaría más de cinco minutos llegar allá en
vehículo. Media hora después no había un solo estadunidense en el lugar, y
ya para entonces las llamas se remontaban 70 metros del suelo.

Hubo un tiempo en que los árabes decían que sus libros se escribían en El
Cairo, se imprimían en Beirut y se leían en Bagdad. Ahora en Bagdad queman
las bibliotecas. En los Archivos Nacionales no sólo había registros del
imperio otomano y del califato, sino incluso de los años oscuros de la
historia moderna del país, relatos escritos a mano de la guerra Irán-Irak de
1980-1988, con fotografías personales y diarios militares, toda una
hemeroteca de periódicos occidentales -en el pavimento, frente al antiguo
Ministerio de la Defensa, yacían volúmenes encuadernados del Financial
Times- y copias microfilmadas de periódicos árabes que se remontaban a
principios del siglo XX.

También quemaron las máquinas de microfilmación. Los periódicos palestinos
de los primeros años de la OLP -incluso los diarios de la "Célula de
Liberación de Cachemira"-estaban regados por el suelo. Pero los archivos más
antiguos estaban en los pisos superiores de la biblioteca, frente al
Ministerio de la Defensa, donde de seguro se usó gasolina para producir un
incendio en forma tan experta. El calor era tan intenso que el piso de
mármol se había curvado hacia arriba y las escaleras de concreto por las que
subí hacia las hectáreas de documentos ardientes habían quedado cuarteadas
por la hornaza.

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