fran ilich on Tue, 14 Oct 2003 18:35:43 +0200 (CEST)


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[nettime-lat] Borderhack: de cómo ³vencimos el miedo y decidimos jugar²con la frontera.


303 ° DOMINGO 12 DE OCTUBRE  DE 2003

De cómo ³vencimos el miedo y decidimos jugar² con la frontera

Borderhack 

FRAN ILICH* 

http://www.jornada.unam.mx/2003/oct03/031012/mas-fran.html

Tan lejos de Mesoamérica y tan cerca de San Diego, los jóvenes tijuanenses y
futuros hackers veían a sus amigos de la prepa apedrear a los migrantes y se
dolían de ya no poder usar máscaras en jalogüin . Pero también se lamentaban
de que cualquier gringo con dinero tuviera más libertad que ellos en su
propia ciudad. Luego, bebieron de mil fuentes y decidieron lanzar un ataque
físico, virtual y a través de los medios a ese muro ­la barda que separa
ambos México de Estados Unidos­, al que llamaron Borderhack . Echaron unos
cables de computadora por debajo de la barda y...

LA HISTORIA QUE VOY A CONTARLES trata sobre cómo vencimos el miedo una tarde
de diciembre de 1999 y decidimos que era hora de comenzar a jugar, a
trabajar, con esa pared metálica entre México y Estados Unidos. La que nos
recuerda que hay quien nos considera humanos de segunda clase
(norteamericanos del lado pobre); como si la era medieval nunca se hubiera
ido y los pobres aldeanos tuvieran que trabajar día a día para que el
imperio y la corte tuvieran resuelta su vida en el interior del castillo,
mientras afuera reina otra realidad, la que permite que California tenga
unos jardines hermosos y que el servicio doméstico sea más accesible que en
otros países. 

Al principio, pensar en hacer un Borderhack era tan absurdo que ni siquiera
nos tomábamos en serio cuando lo imaginábamos. Hay cosas que se pueden
pensar, pero no llevar a la práctica, y una de esas cosas era jugar con la
frontera México-Estados Unidos. Lo único que podíamos hacer al llegar a la
frontera era poner nuestra mejor sonrisa cuando nos pedían el pasaporte y
recordar que por lo menos podíamos cruzar.

Claro, años atrás habíamos hecho de todo, como cualquier tijuanense: cruzar
como american citizen , pasar unas horas en Inspección Secundaria porque
llevábamos algún libro del infame Timothy Leary o porque cruzábamos con un
papá que había obtenido el estatus de american citizen gracias a la famosa
aministía Simpson-Rodino o porque un perro nos ladraba por aquella comida
podrida que había manchado el asiento horas antes.

La frontera nos había enseñado muchas cosas, una de ellas era que haber
nacido a escasos kilómetros al norte nos habría dado la posibilidad de una
mejor educación y una mejor calidad de vida. Pero que al nacer de este lado
no nos quedaba otra que ser cómplices de la sucesión gubernamental que
llevaba haciendo de las suyas desde que los criollos lograron su
independencia en 1810.

No tengo idea si siempre fue así en Tijuana ­hay quien dice que no­, pero
conforme fuimos creciendo, comenzamos a ver nuestras opciones reales: ser
mano de obra barata para maquiladoras o héroes temporales de la
narco-cultura. Como Mark Renton (el personaje de las novelas de Irvine
Welsh), literalmente ³decidimos no elegir². La generación TLCAN se había
quedado sin opciones y, estando a miles de kilómetros de la Mesoamérica de
fin de milenio, sólo quedaba mirar hacia el Norte para deslumbrarnos con los
reflectores que la Border Patrol apuntaba hacia México.

Hay que recordar que en los noventa ser joven en Tijuana era suficiente
tragedia por sí misma. Teníamos un gobierno panista que ponía en práctica
sus ideas en nuestra realidad: no había espacios donde convivir más allá de
los centros comerciales (lo que significaba llevar dinero para gastar). Y
las calles eran aterrorizadas por un Grupo Táctico con pistola, que iba
uniformado de negro y que detenía a jóvenes en las calles sólo por su forma
de vestir o por no llevar identificación.

Mientras, todo mundo olvidaba que los hermanos Arellano Félix existían y los
medios de información distraían a la ciudad entera con la guerra anti-
graffiti . Curiosamente, cualquier gringo con dinero en la bolsa podía
convertir ese infierno en un lugar feliz en la Avenida Revolución.

Fue por aquel entonces cuando la fiesta de Halloween comenzó a desaparecer:
el 31 de octubre prohibían salir con máscara después del atardecer y a
cambio nos conminaban a celebrar el Día de Muertos, una fiesta que resultaba
artificial en tierra natural de la transcultura.

Tijuana nunca fue Mesoamérica. En sus inicios ya era un casino para turistas
alcoholizados. Entiendo los esfuerzos que hacen la SEP y el gobierno para
imponer la cultura del centro, pero no los respeto. En fin. No se puede
entender Tijuana sin San Diego, la ciudad que se encuentra justo del otro
lado de la pared. Y, sin embargo, intentar justificar a San Diego tomando
como punto de partida Tijuana no tiene mucho sentido, incluso en años
recientes, cuando su economía depende tanto de los mexicanos sonrientes que
se visten de alliens para cruzar las frontera y comprar de todo: desde
gasolina hasta whatchamacallit, pasando por casi cualquier cosa que nuestro
accidentado peso todavía permita comprar.

La militarización de la frontera es un fenómeno relativamente nuevo y esa
barda metálica que nos separa de Estados Unidos no existía hace 20 años. En
1992, mi hermana y yo acompañamos a un grupo de activistas a pintar en ella:
³Si el muro de Berlín cayó, éste por qué no². Esos eran los días en que
familias enteras abandonaban tan rápido como podían el México que les negaba
una existencia digna. Por un lado tenían que cuidarse de la Border Patrol ,
por el otro, de mexicanos que los miraban con disgusto. Mis compañeros de
prepa acostumbraban salir a apedrear migrantes después de jugar basquetbol,
y si les preguntábamos por qué, decían: ³Son los traicioneros que se van², o
algo por el estilo.
 
Aprender a jugar 

Nuestra experiencia con Borderhack no fue tan extrema. Comenzó como una idea
y accidentalmente terminamos poniéndola en práctica. Leyendo Nettime me
enteré de los bordercamps que organizaba Florian Scneider con Kein Mensch
ist illegal (Nadie es ilegal) en la frontera alemana con Polonia y la
República Checa (en los bordercamps se reunían grupos de artistas y
activistas durante una semana. Básicamente, lo que hacían era irrumpir en
estas fronteras. La diferencia con Borderhack es que ellos trabajaban desde
el país a donde los migrantes intentaban cruzar ­Alemania­).

Pero supusimos que sería casi imposible hacer algo así: por un lado no nos
venía a la mente que algún tijuanense nos quisiera ayudar a hacer semejante
cosa: todos habían escuchado historias sobre algún amigo de un amigo de un
amigo de la tía que había perdido su visa por casi nada. Teníamos claro que
estábamos solos. 

En un principio, lo que nos movió a actuar fue la inspiración y la nostalgia
que algunos sentimos por el movimiento de graffiti tijuanense, lidereado por
grupos como Hecho en México (HEM) y Decorando la Ciudad (DLC), quienes,
además de poner colores a las paredes grises, llegaron a hacer graffitis
bastante significativos en sitios como la bandera del palacio municipal, la
pared más alta de la garita de alta seguridad de San Ysidro, justo para que
la Border Patrol portara en su frente los colores del descontento de la
tijuana pocha , y en el interior del cuartel del Quinto Batallón de
Infantería. 

Pensando en estas cosas y viendo que la tradición literaria de la frontera
México-Estados Unidos estaba un poco atascada y que no se veía mucha
posibilidad de que unos escritores treintañeros, que seguían pensando que
eran tan jóvenes como 10 años atrás, atacaran la frontera, un grupo muy
reducido de amigos nos dispusimos a hackearla.

Pensamos que tenía que ser algo simbólico, como cuando Sueño-Kenos-HEM subió
desde el lado de San Ysidro a la garita de alta seguridad cuasi-militar y la
graffiteó de tal modo que todos los que cruzaban hacia Estados Unidos veían
el tag que este país portaba en sus narices. El problema para la gente de la
Patrulla Fronteriza y el Servicio de Inmigración y Naturalización es que no
podía verse las narices. Tardaron poco más de 24 horas en borrar el graffiti
. Eso fue en 1994 y dicho acto no se repitió. Y eso era nuestra inspiración.
Eso. Eso y el hecho de crecer en esa tierra violenta proto-campamento
beduino-semi-ciudad que todos los días se inventaba algún mito para seguir
adelante. 

El proyecto lo llamamos Borderhack y era un ataque físico, virtual y a
través de los medios masivos a esa pared fronteriza. Era un proyecto en tres
fases muy simples, pero muy tangibles.

Sabíamos que perderíamos, pero también que de una pelea nadie sale limpio,
por lo menos algún rasguño tenían que llevarse. También sabíamos que no
queríamos ganar, que nuestro enemigo no era Estados Unidos, sino el propio
gobierno mexicano que ha permitido que la pobreza llegue tan lejos.

También conocíamos otra tradición, la de los performanceros y poetas que en
años anteriores iban a la frontera a fumar marihuana y jugar con un
spanglish inauténtico, que consistía en decir palabras que les sonaban cool;
sabíamos también que muchos de ellos habían viajado hasta allá para
encontrar algo del oro que la frontera prometía.

No era nuestro caso, habíamos crecido allí y conocíamos el racismo de
primera mano, el ser ciudadanos de segunda clase. Sabíamos que 10 pesos eran
un dólar y que 10 mexicanos juntos no valían lo que un american citizen .
Recordábamos perfectamente las cacerías de mexicanos de principios de los
noventa, y aquellos momentos en que familias enteras, del abuelo al recién
nacido, decían adiós al México que gobernantes corruptos saqueaban de forma
sistematizada y profesional, y que esta pobre gente tenía que abandonar en
busca de una vida mejor (pagando los platos rotos y además quedando marcados
casi como traidores por no continuar sufriendo como nos habían enseñado a
hacer los españoles católicos durante la Colonia). Familias enteras corrían
24 horas al día por el freeway 5 hacia el norte, huyendo de esa triste
realidad mexicana. De ahí nacieron esas señales de mexicanos corriendo por
las autopistas. Muchos murieron atropellados, muchas familias se separaron
para siempre. 

Entonces, lo que hicimos fue organizar una lista de correo donde conspiramos
con la gente de ®tmark, Electronic Disturbance Theatre, Laboratorios
Cinematik y los Taco Shop Poets para armar nuestro primer proyecto.

Aquella tarde de diciembre de 1999 fue nada en comparación con las acciones
que nos inspiraron. Conseguimos electricidad de donde pudimos y presentamos
un concierto del net-artista moscovita Alexei Shulgin.

Alexei y el teclado de su computadora estaban prácticamente solos en San
Ysidro. El cable del teclado cruzaba el muro hasta Tijuana, donde teníamos
un concierto en forma. Hasta que Alexei tuvo que huir por la presión de los
agentes de la Border Patrol. Afortunadamente, el concierto podía continuar
sin él, pues se quedaba su vieja 386/dx, un aparato al que había programado
para que interpretara canciones míticas de ese rock que hablaba sobre
libertad e ideas utópicas, el rock con el que su generación soñaba en la
difunta URSS. 

Del lado mexicano, Natalie Bookchin, Cybercholito y yo nos encargábamos de
que la computadora, el video y el sonido funcionaran, de que no se detuviera
la voz y la música que Alexei había programado en esa triste computadora con
un disco duro de 40 megabites y que tocaba canciones como Imagine y Anarchy
in the UK , con toda la frialdad y desencanto con el que programas tan
rudimentarios como Notepady y Midi pueden expresarse. El público mexicano
estaba desconcertado. Poco a poco comenzamos a entender cómo jugar a hackear
la frontera. 

Fue nuestro primer paso.

Meses después, en agosto de 2000, logramos el primer Borderhack.
En la muralla 
Montamos nuestro equipo e hicimos un campamento donde había algunas
computadoras. Conseguimos nuestras líneas telefónicas en pleno campo de
batalla con ayuda de amigos hackers expertos en ingeniería social, y dejamos
que durante tres días la gente utilizara estas líneas para comunicarse con
sus parientes en pueblos y ciudades lejanas (dábamos servicio gratuito de
larga distancia sin límite de tiempo a través de varios teléfonos a la vez).

Organizamos juegos de policías y ladrones con la Border Patrol, en los que
cruzábamos la línea y regresábamos, una y otra vez (¿adivinen quiénes eran
los policías y quiénes los malos?).

Algunos activistas organizaron un Border Radio para que la escucharan los
que manejaban a Estados Unidos, a quienes repartíamos volantes informativos
sobre la frecuencia radiofónica.

Inspirados en aquel ataque cibernético que organizó el Electronic
Disturbance Theatre, simultáneamente contra la bolsa de valores de
Frankfurt, el presidente Zedillo, el Pentágono y la Casa Blanca, dejamos que
los navegadores de miles de computadoras del mundo hicieran de las suyas a
un servidor de la Border Patrol . La acción fue apoyada con el FloodNet, un
software especial que emula a las multitudes manifestándose físicamente pero
con una metáfora digital. Ricardo Domínguez, el temido cyber-zapatista,
estaba allí con su coolness eterno.

Durante tres años instalamos el campamento. La última vez, en 2002,
recibimos un mail del secretario del Departamento de Arte y Tecnología (DAT)
de Estados Unidos. Nos proponía abrir la frontera en el lugar donde se hace
nuestro campamento. Como un acto simbólico, dejar que la gente circulara
libremente durante tres días. Un hermoso prank , perfecto para los medios. Y
es que el DAT es un grupo de artistas pranksters , que se dedican a hacer
comunicados de prensa y acciones diplomáticas como ésta.

Durante los tres años que duró el Borderhack , hubo muchísimos resultados:
grabaciones de audios, obras de arte, un especial de ensayos en Wired News,
una muestra de arte y textos online , que incluso dos años después sigue
recorriendo el circuito de los museos y festivales que trabajan el tema del
media-art. Otro de los resultados fue un videojuego sobre la experiencia del
mexicano que tiene que pasar obstáculos para llegar a un campo de tomates
donde hará realidad lo que siempre soñó (el videojuego fue creado por Blas
Valdez y yo). 

Hubo muchas experiencias, algunas tan simples y fuertes como cuando
intentaban mojar nuestras computadoras y aparatos con su sistema de riego de
jardines (no se nos había ocurrido que una simple manguera podía acabar con
nuestra zona autónoma temporal: éramos tan frágiles), asustarnos con sus
helicópteros que volaban muy cerca de la tierra, o cuando agentes de la
Border Patrol intentaban cuestionarnos a través del cerco, llamándonos por
nuestros nombres. 

Pero lo más importante era que este evento era un espacio para que los
activistas de distintas ideologías y ciudades que trabajan con la frontera
se reunieran a dialogar, a dar talleres acerca de sus distintas áreas de
expertise , y a la vez llamar la atención de los medios.

Es imposible negar la fuerza que tiene el reunirte justo en la pared y ver
cómo ésta se sumerge en el océano Pacífico. La situación difícilmente se
presta para decir cosas completamente absurdas, o los típicos discursos
demagógicos, porque el paisaje por sí mismo coloca a todo en su lugar. El
proyecto consistía en una plataforma para reunir iniciativas, grupos,
células, personas y atacar el tema de la frontera desde todos los ángulos
posibles. Había conferencias sobre el aspecto ecológico de las maquiladoras
en la franja fronteriza, las mujeres, los migrantes, los derechos humanos,
presentaciones de arte, y películas y música durante la noche.

El Borderhack puede continuarŠ

PARA MAS INFORMACION:
­Borderhack: http://borderhack.org
­Borderhack Attachment :http://delete.tv/borderhack/attachment
386/dx (alexei shulgin): http://easylife.org/386dx/
kein mensch ist illegal :http://www.contrast.org/borders/kein/
­Beaner (videojuego): http://delete.tv/beaner
­Departamento de Arte y Tecnología: http://usdat.us
­Orden ejecutiva para abrir la frontera (Departamento de Arte y Tecnología)
http://www.usdat.us/order_08-06-02.html
 

*Escritor y artista de medios tijuanense. Correo electrónico:
ilich@delete.tv 

fotografias: Archivo del proyecto Borderhack 

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Nettime-lat mailing list
Nettime-lat@nettime.org
http://amsterdam.nettime.org/cgi-bin/mailman/listinfo/nettime-lat