fran ilich on Wed, 22 Oct 2003 09:33:51 +0200 (CEST) |
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[nettime-lat] Cuando Internet cobra vida en las calles |
Seattle y Washington, ¿fuera de foco o incomprensibles? Cuando Internet cobra vida en las calles ¿Por qué estos muchachitos me parecen tan desorganizados? Las protestas que tuvieron su clímax en las cumbres de Seattle y Washington no son un movimiento único, ni lo buscan. Más bien se parecen al intrincado amasijo de los links de Internet. A fuerza de organizarse a través de la red electrónica, han terminado por hacerse a su imagen y semejanza. Si el poder de sus adversarios -las trasnacionales dueñas del mundo- está en el mando único, el suyo radica justamente en la horizontalidad y la dispersión. ¿Están fuera de foco? No precisamente, aunque eso digan quienes buscan dirigirlos Naomi KLEIN http://www.jornada.unam.mx/2000/ago00/000806/mas-internet.html "Esta conferencia no es como otras conferencias". Esto fue lo que se nos dijo a todos los ponentes en "Re-imaginando la política y la sociedad", antes de que llegáramos a la Iglesia Riverside en Nueva York. Al dirigirnos a los participantes (hubo alrededor de mil durante esos tres días de mayo), debíamos resolver un problema muy específico: "la falta de visión y estrategia" en el movimiento contra la globalización económica. Este era un problema muy serio, nos dijeron. Los jóvenes activistas que fueron a Seattle a frenar a la Organización Mundial del Comercio, y a Washington, DC, a protestar contra el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI), habían sido catalogados en la prensa como "disfrazados de árboles", con atuendos de borregos, tocadores de tambor y con mentes de burbuja. Nuestra misión, de acuerdo con los organizadores de la conferencia de la Fundación por la Etica y el Significado, era darle una forma más estructurada a ese caos callejero, y que fuera atractivo para los medios masivos. Este no era simplemente otro taller. Ibamos a dar nacimiento a "un movimiento unificado por el cambio social, económico y político integral". Mientras paseaba por las salas de conferencias y absorbía las visiones de Arianna Huffington, Michael Lerner, David Korten y Cornel West, me di cuenta de lo inútil de todo este ejercicio tan bien intencionado. Aunque llegáramos a un plan de 10 puntos -brillante en su claridad, elegante en su coherencia, unificado en su imagen-, ¿exactamente a quién íbamos a darle estos mandamientos? El movimiento contra las trasnacionales que llamó la atención del mundo en las calles de Seattle el pasado noviembre no está unificado por un partido político o por una red nacional con una oficina central, elecciones anuales y células subordinadas y locales. Las ideas de organizadores e intelectuales individuales le dan forma, pero ninguno de ellos es el líder. En este contexto amorfo, las ideas y planes que se estaban gestando en la Iglesia Riverside no eran precisamente irrelevantes, sino que, simplemente no eran importantes en la manera en que claramente se esperaba que fueran. En vez de cambiar el mundo, estaban destinados a ser lanzados en la ola de información -diarios en Internet, declaraciones de ONG, documentos académicos, videos caseros- que la red global contra las trasnacionales produce y consume todos los días. * * * Este es el otro lado de la moneda de la crítica persistente que dice que los chavos en la calle carecen de un liderazgo claro: tampoco tienen seguidores. Para aquellos que buscan réplicas de los sesenta, esta ausencia hace que el movimiento contra las trasnacionales parezca desesperadamente pasivo: esta gente, evidentemente, está tan des-organizada que ni siquiera puede responder a los perfectamente organizados esfuerzos para organizarlos. Estos son activistas que crecieron con MTV; casi puedes oír a los de la vieja guardia decir: dispersos, no lineales y desenfocados. Es fácil convencerse de estas críticas. Si hay algo en lo que la izquierda y la derecha están de acuerdo es en el valor de una argumentación ideológica clara y bien estructurada. Pero quizá no sea tan sencillo. Quizá las protestas en Seattle y Washington parecen no tener foco porque no fueron manifestaciones de un solo movimiento, sino de una convergencia de muchos pequeños, cada uno con la mirada puesta en una trasnacional específica (como Nike), una industria en particular (como la agroindustria) o una iniciativa comercial nueva (como el área de libre comercio de las Américas). Estos pequeños movimientos, con una meta específica, son claramente parte de una misma causa: comparten la creencia de que los problemas aislados contra los que están luchando provienen de la falta de regulación de la globalización, de una agenda que está concentrando el poder y la riqueza en cada vez menos manos. Claro, hay desacuerdos sobre el papel que debe jugar el Estado-nación, sobre si el capitalismo se puede redimir, sobre la velocidad en la que los cambios deben de tener lugar. Pero dentro de la mayoría de estos movimientos miniatura hay un consenso emergente en torno a que construir un poder de toma de decisiones a nivel comunitario -ya sea a través de sindicatos, colonias, pueblos, colectivos anarquistas o autogobiernos autóctonos- es esencial para contrarrestar la fuerza de las multinacionales. A pesar de tener tal terreno en común, estas campañas no han formado un movimiento único. En lugar de eso, están vinculadas de manera estrecha e intrincada una con la otra, a la manera en que los links conectan sus páginas electrónicas en Internet. Esta analogía es más que una coincidencia, y resulta clave para entender la naturaleza cambiante de la organización política. A pesar de que muchos han notado que las recientes protestas masivas habrían sido imposibles sin Internet, lo que no se ha tomado en cuenta es cómo la tecnología de la comunicación le ha dado al movimiento una imagen a su semejanza. Gracias a Internet, las movilizaciones se han podido llevar a cabo con escasa burocracia y un mínimo de jerarquía; los consensos forzados ya están dejando de existir, y han sido reemplazados por una cultura de constante, y a veces hasta compulsivo, intercambio de información. Lo que emergió de las calles de Seattle y Washington fue un modelo de activismo que refleja los pasillos interconectados y decentralizados de Internet; Internet cobra vida. * * * El centro de investigaciones TeleGeography, que se encuentra en Washington, se ha propuesto hacer un mapa de la arquitectura de Internet como si fuera un sistema solar. Recientemente, TeleGeography anunció que Internet no es una gran telaraña, sino una red con "focos y rayos". 1Los focos son los centros de actividad, los rayos son los vínculos a otros centros, los cuales son autónomos pero están interconectados. Parece una descripción perfecta de las protestas en Seattle y Washington. Estas convergencias masivas fueron centros de activismo, constituidos de cientos, posiblemente miles, de rayos autónomos. Durante las manifestaciones, los rayos tomaron la forma de "grupos afines" de entre 15 y 20 manifestantes, cada uno de los cuales elegía un vocero para que los representara en las reuniones periódicas del "consejo de voceros". A pesar de que los grupos afines estaban de acuerdo con seguir una serie de principios de no violencia, también funcionaban como unidades discretas, con el poder de tomar sus propias decisiones estratégicas. En algunas marchas, los activistas traían telarañas de trapo para simbolizar el movimiento. A la hora de una reunión, ponían la telaraña en el piso, y llamaban a "todos los rayos de la telaraña", y la estructura se convertía en una sala de juntas callejera. Durante los cuatro años anteriores a las protestas de Seattle y Washington, eventos "foco" similares habían convergido alrededor de las reuniones cumbre de la Organización Mundial del Comercio, el Grupo de los Siete y el mecanismo de cooperación económica Asia-Pacífico, en Auckland, Vancouver, Manila, Birmingham, Londres, Génova, Kuala Lumpur y Colonia. Cada una de estas protestas masivas estaba organizada de acuerdo con principios de coordinación descentralizada. En vez de presentar un frente cohesionado, pequeñas unidades de activistas rodeaban su blanco desde todas las direcciones. Y en vez de construir elaboradas burocracias nacionales e internacionales, se crearon estructuras temporales: se convertían edificios vacíos en "centros de convergencia", y productores de medios independientes construían centros de noticias del activismo. Las coaliciones detrás de estas manifestaciones frecuentemente retomaban la fecha del evento planeado en el nombre: J18, N30, A16, y ahora, para la reunión del FMI el 26 de septiembre en Praga, S26. Cuando estos eventos finalizan, prácticamente no dejan rastro alguno, salvo por la página electrónica archivada. Claro que todo este pregonar sobre descentralismo radical esconde una muy real jerarquía basada en quién es el dueño, quién entiende y controla las redes de cómputo que vinculan a los activistas entre sí; esto es lo que Jesse Hirsh, uno de los fundadores de la red de comunicaciones anarquista Tao, llamó una "geek adhocracy" (el reino de los superespecialistas de la red. N. de la R.). El modelo de los focos y rayos implica más que sólo una táctica usada en las protestas; las manifestaciones en sí están constituidas por "coaliciones de coaliciones", como dijo Kevin Danaher, de Global Exchange. Cada campaña contra las trasnacionales está formada por muchos grupos, sobre todo ONG, sindicatos, estudiantes y anarquistas. Ellos usan Internet, además de herramientas organizativas más tradicionales, para hacer de todo, desde catalogar las últimas transgresiones del Banco Mundial, a bombardear Shell Oil con faxes y correos electrónicos, hasta distribuir folletos contra la maquila (que se pueden bajar de Internet) para las protestas en Nike Town. Los grupos se mantienen autónomos, pero su coordinación internacional es hábil y las consecuencias frecuentemente son devastadoras para sus blancos. La acusación de que el movimiento contra las trasnacionales carece de "visión" se desvanece si se mira desde el contexto de estas campañas. Es cierto que las protestas masivas en Seattle y Washington eran una mezcla de lemas y causas, y que para un observador casual es difícil decodificar la conexión que existe entre el encarcelamiento de Mumia y el destino de las tortugas marinas. Pero al tratar de encontrar coherencia en estas grandes demostraciones de fuerza, los críticos están confundiendo la manifestación externa del movimiento con el movimiento en sí; se pierden del bosque por mirar a las personas disfrazadas de árboles. Este movimiento es sus rayos. Y en los rayos no hay falta de visión. El movimiento de los estudiantes contra la maquila, por ejemplo, rápidamente se ha desplazado de la simple crítica a las compañías y los administradores de los planteles universitarios a proponer códigos alternativos de conducta y a construir su propio cuerpo casi-regulatorio, el Consorcio de los Derechos de los Trabajadores. El movimiento contra los productos genéticamente modificados ha brincado de una victoria política a otra: primero logró que se retiraran muchos de los productos GM de las estanterías británicas, después consiguió que se legislara en Europa sobre el etiquetado, y más tarde hizo enormes avances en materia del Protocolo de Bioseguridad de Montreal. Mientras tanto, los opositores a los modelos de desarrollo basados en la exportación promovidos por el Banco Mundial y el FMI han producido gran cantidad de información sobre modelos de desarrollo comunitarios, condonación de la deuda y principios para el autogobierno. Los críticos de la industria petrolera y minera también tienen muchísimas ideas sobre energía sustentable y extracción de recursos responsable, aunque rara vez tienen la oportunidad de poner en práctica sus visiones. * * * El hecho de que estas campañas estén tan descentralizadas no proviene de la incoherencia y la fragmentación. Más bien, es una adaptación razonable y hasta ingeniosa a la fragmentación anterior dentro de las redes progresistas y a los cambios en la cultura en general. Es una consecuencia secundaria de la explosión de ONG, las cuales, desde la Cumbre de Río en 1992, han ganado poder y presencia. Hay tantas ONG involucradas en campañas contra las trasnacionales, que sólo el modelo de los focos y rayos podría dar cabida a todos los diferentes estilos, tácticas y metas. Así como Internet, también las ONG y las redes de grupos afines son sistemas que se pueden expandir al infinito. Si alguien siente que no cabe en una de las alrededor de 30 mil ONG o de los miles de grupos afines, puede iniciar su propia organización y vincularse a las demás. Una vez que esté involucrado, no tiene que sacrificar su individualidad por una estructura mayor; como todas las cosas que están en línea, somos libres de entrar y salir, tomar lo que queremos y borrar lo que no. Es la actitud de un navegador hacia el activismo y refleja la cultura paradójica de Internet de extremo narcicismo unida a un intenso deseo de conectarse con el exterior. Una de las grandes fortalezas de este modelo de organización laissez-faire es que ha demostrado que es extraordinariamente difícil de controlar, en gran medida porque es tan distinto de los principios organizativos de las instituciones y trasnacionales que son su blanco. Responde a la concentración trasnacional con un laberinto fragmentado, a la globalización con su propio estilo de lo local, a la consolidación del poder con una dispersión radical del poder. Joshua Karliner, del Centro de Recursos y Acción Trasnacional, llama a este sistema una "respuesta brillante no intencionada a la globalización". Y debido a que no fue intencionado, aún carecemos hasta del vocabulario para describirlo, que puede ser la razón por la cual una industria de metáforas divertidas ha surgido para llenar el vacío. Yo estoy contribuyendo con los focos y rayos, pero Maude Barlow, del Consejo de Canadienses, dice: "Nos enfrentamos a una gran roca. No podemos quitarla, así que tratamos de ir por debajo de ella, alrededor de ella y sobre ella". El inglés John Jordan, uno de los fundadores de Reclamemos las Calles, dice que las trasnacionales son "como buques gigantes, y nosotros somos como un banco de peces. Podemos responder con agilidad, ellos no". La estadunidense Coalición Libertad a Burma habla de una red de "arañas" que tejen una telaraña lo suficientemente fuerte como para atar a las más poderosas trasnacionales. Un informe del ejército estadunidense sobre la sublevación zapatista en Chiapas también le entró al juego. De acuerdo con un estudio del RAND, 2los zapatistas estaban peleando una "guerra de pulgas" que, gracias a Internet y a la red global de ONG, se convertió en una "guerra de enjambre". El reto militar de un guerra de enjambre, apuntaron los investigadores, es que "no tiene un liderazgo central o una estructura de comando; tiene múltiples cabezas, y es imposible de decapitar". * * * Claro que este sistema de múltiples cabezas también tiene sus debilidades, las cuales salieron a la luz en las calles de Wash-ington durante las protestas contra el Banco Mundial y el FMI. A mediodía del 16 de abril, el día de la protesta mayor, se acordó una reunión del consejo de voceros de los grupos afines que estaban bloqueando todos los cruces de calles que rodeaban las oficinas principales del Banco Mundial y el FMI. Los cruces habían sido bloqueados desde las 6 de la mañana, pero los manifestantes se acababan de enterar de que los delegados de las instituciones internacionales habían pasado las barricadas de la policía a las 5 de la mañana. Dada esta nueva información, la mayoría de los voceros sentía que era hora de retirarse de los cruces y unirse a la marcha oficial hacia Ellipse. El problema era que no todos estaban de acuerdo: un puñado de grupos afines quería ver si podían bloquear a los delegados a la hora en que salieran de las reuniones. El acuerdo al que el consejo llegó fue revelador: "Bien, escuchen todos -gritó Kevin Danaher por el altavoz-. Cada cruce tiene autonomía. Si quieren continuar bloqueando el cruce, está bien. Si quieren venir a Ellipse, eso también está bien. Ustedes decidan". Esto era impecablemente justo y democrático, pero había sólo un problema: no tenía sentido. Sellar los puntos de acceso había sido una acción coordinada. Si algunos cruces se abrían y otros permanecían ocupados, los delegados que salieran de la reunión simplemente podrían dar vuelta a la derecha en vez de a la izquierda, y estarían en casa. Lo cual, obviamente, fue lo que pasó. Observé a grupos de manifestantes levantarse mientras otros permanecían sentados, vigilando atentamente. Me pareció una buena metáfora de esta emergente red de activismo. No hay duda de que la cultura de la comunicación que reina en Internet es mejor en velocidad y volumen que en síntesis. Es capaz de reunir a decenas de miles de personas en la misma esquina, con pancartas en mano, pero es mucho menos hábil para ayudar a que estas mismas personas se pongan de acuerdo en lo que de verdad están buscando antes de llegar a las barricadas o cuando se retiran. Por esta razón, se siente una extraña ansiedad después de cada manifestación: ¿Eso fue todo? ¿Cuándo es la próxima? ¿Será así de buena, de grande? Para mantener el estado de ánimo, está surgiendo una cultura de protestas seriadas. Mi buzón del correo electrónico está repleto de invitaciones a lo que prometen que será "el próximo Seattle". Hubo Windsor y Detroit el 4 de junio para "clausurar" la Organización de Estados Americanos, y Calgary una semana después para el Congreso Mundial del Petróleo; la convención republicana en Filadelfia en julio, y la convención demócrata en Los Angeles en agosto; la cumbre del Foro Económico Mundial Asia-Pacífico el 11 de septiembre en Melbourne; seguido de cerca por la manifestación contra el FMI el 26 de septiembre en Praga; y después a la ciudad de Quebec para la Cumbre de las Américas en abril de 2001. Alguien puso un mensaje en la lista de correos para la organización de las manifestaciones en Washington: "Donde sea que vayan, ¡ahí estaremos! Después de esto, ¡nos vemos en Praga!" Pero, ¿es esto lo que queremos? ¿Un movimiento de acechadores de reuniones, que persiguen burócratas del comercio como si fueran los Grateful Dead? 3 * * * La perspectiva es peligrosa por varias razones. Hay demasiadas expectativas puestas en estas manifestaciones: los organizadores de la manifestación de Washington, por ejemplo, anunciaron que literalmente iban a "cerrar" dos instituciones trasnacionales de 30 mil millones de dólares, al mismo tiempo que trataban de transmitir al público ideas complejas sobre las falacias de la economía neoliberal. Simplemente no pudieron; ninguna manifestación sola pudo hacerlo, y se va a volver cada vez más difícil. Las estrategias de acción directa de Seattle funcionaron porque tomaron a la policía por sorpresa. Esto no volverá a suceder. La policía ahora está inscrita en todas las listas de correo electrónico. Las autoridades de Los Angeles han pedido 4 millones de dólares para nuevo equipo de seguridad y costos de personal para proteger a la ciudad del enjambre activista. En el esfuerzo por construir una estructura política estable para que el movimiento avance entre protesta y protesta, Danaher ha comenzado a reunir fondos para un "centro de convergencia permanente" en Washington. El Foro Internacional sobre Globalización (FIG), mientras tanto, se ha estado reuniendo desde marzo con la esperanza de producir un documento de 200 páginas sobre políticas para final de año. Según el director del FIG, Jerry Mander, no será un manifiesto, sino una serie de principios y prioridades, un esfuerzo por "definir una nueva arquitectura" para la economía global. Así como los organizadores de la conferencia en la Iglesia Riverside, estas iniciativas enfrentarán una batalla cuesta arriba. La mayoría de los activistas están de acuerdo en que ya llegó la hora de sentarse a discutir una agenda positiva, pero, ¿en qué mesa y quién es el que toma las decisiones? Estas interrogantes surgieron a finales de mayo cuando el presidente checo Vaclav Havel ofreció mediar en las pláticas entre el presidente del Banco Mundial, James Wolfensohn, y los manifestantes que planean interrumpir la reunión del banco del 26 al 28 de septiembre en Praga. No hubo consenso entre los organizadores de la protesta sobre participar en las negociaciones en el Castillo de Praga y, es más, no había siquiera un proceso para tomar la decisión: ningún mecanismo para seleccionar miembros aceptables de una delegación de activistas (algunos sugirieron votar por Internet) y ningún conjunto de metas acordadas con las cuales medir los beneficios y perjuicios de una posible reunión. Si Havel se hubiera puesto en contacto con los grupo vinculados a la reestructuración de la deuda y del sistema, como Jubileo 2000 o 50 Años son Suficientes, la propuesta hubiera sido manejada de manera directa. Pero como se acercó al movimiento entero como si fuera una sola unidad, mandó a los que organizan las manifestaciones a semanas de batallas internas que aún no se resuelven. Parte del problema es estructural. Entre la mayoría de los anarquistas, que están haciendo mucho del trabajo de base (y que estaban en línea mucho antes que muchos de la izquierda institucional), la democracia directa, la transparencia y la toma de decisiones a nivel comunitario no son elevadas metas políticas sino los principios fundamentales que gobiernan sus organizaciones. Sin embargo, muchas de las ONG clave, aunque compartan las ideas de los anarquistas sobre democracia en teoría, están organizadas con jerarquías tradicionales. Son manejadas por líderes carismáticos y mesas ejecutivas, mientras sus miembros les envían dinero y les echan porras desde un lado. * * * ¿Cómo encontrar coherencia en un movimiento lleno de anarquistas cuya principal fortaleza estratégica hasta ahora ha sido su similitud con un enjambre de mosquitos? Quizá, así como con Internet, no se logra imponiendo una estructura preestablecida, sino navegando con maestría por las estructuras que ya existen. Quizá lo que se necesita no es un solo partido político, sino mejores vínculos entre los grupos afines; quizá, en vez de ir hacia una centralización mayor, lo que se necesita es incrementar la descentralización radical. Cuando los críticos dicen que los manifestantes carecen de visión, lo que realmente están diciendo es que carecen de una ideología revolucionaria -como el marxismo, la democracia social, el anarquismo social o la ecología profunda- con la cual todos estén de acuerdo. Esto es absolutamente cierto, y deberíamos estar profundamente agradecidos. Hoy en día, los activistas callejeros contra las trasnacionales son acechados por posibles líderes, ansiosos de poder enlistarlos como soldados rasos para su causa personal. En un extremo está Michael Lerner y su conferencia en la Iglesia Riverside, esperando dar la bienvenida a toda esa energía de Seattle y Washington dentro del marco conceptual de su "política del significado". En el otro extremo está John Zerzan en Eugene, Oregon, quien no está interesado en el llamado de Lerner a la "sanación" sino ve en la destrucción de la propiedad un primer paso hacia el colapso de la industrialización y una vuelta al "anarquismo primitivo", una utopía de la sociedad preagraria. En medio hay docenas de otros visionarios, desde los discípulos de Murray Bookchin y su teoría de la ecología social, a ciertos marxistas sectarios que están convencidos de que la revolución comienza mañana, a devotos de Kalle Lasn, editor de Adbusters, y su filtrada versión de la revolución a través de una "fusión cultural". Y también está el pragmatismo poco imaginativo de algunos líderes sindicales, quienes, antes de Seattle, estaban listos para pegar cláusulas sociales a los acuerdos comerciales y con eso quedarse contentos. Este joven movimiento tiene a su favor que por ahora ha parado todas estas agendas y ha rechazado las generosas donaciones de manifiestos, manteniendo un proceso razonablemente democrático y representativo para llevar la resistencia a la próxima fase. Quizá su verdadero reto no es encontrar una visión sino resistir la tentación de quedarse con una apresuradamente. Si tiene éxito en ahuyentar a los "visionarios" que esperan, a corto plazo habrá algunos problemas de relaciones públicas. Las protestas en serie van a agotar a algunas personas. Los cruces de las calles van a declarar autonomía. Y, sí, los jóvenes activistas se ofrecerán como borregos -vestidos muchas veces en atuendos de borregos- a la página de opinión y editorial de The New York Times para ser ridiculizados. Pero, ¿y qué? Este enjambre de movimiento decentralizado y con múltiples cabezas ha tenido éxito en educar y radicalizar a una generación de activistas en el mundo. Antes de que firme el plan de 10 puntos de quien sea, se merece la oportunidad de ver si de su caótica red de focos y rayos surge algo nuevo, algo que sea totalmente suyo. * (Traducción: Tania Molina Ramírez) Noami Klein es la autora de No Logo: Taking Aim at the Brand Bullies. El estudio fue apoyado por el Fondo para Investigaciones de The Nation Institute. Este artículo apareció en el número del 10 al 17 de julio de 2000 de The Nation. Se publica con autorización de los editores. NOTAS DE LA REDACCION 1 Se refiere a las rayos de las bicicletas. 2 Centro de inteligencia estratégica. 3 Grateful Dead quiere decir "muertos agradecidos" y es un grupo de rock. _______________________________________________ Nettime-lat mailing list Nettime-lat@nettime.org http://amsterdam.nettime.org/cgi-bin/mailman/listinfo/nettime-lat