Rafael Lozano-Hemmer on Mon, 20 May 2002 00:13:01 +0200 (CEST)


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[nettime-lat] La Verdadera Deuda Externa


((Hola Nettime-Lat. Aquí envío esta formidable comparesencia de Guaicaipuro
Cuatemoc, por si todavía los miembros de está lista no la han leído. Una
bella y útil inversión de roles históricos. ¡Viva el Plan Marshalltezuma!
Saludos, Rafael))


EXPOSICIÓN DEL CACIQUE GUAICAIPURO CUATEMOC ANTE LA REUNIÓN DE JEFES DE
ESTADO DE LA COMUNIDAD EUROPEA (08/02/2002).

Con lenguaje simple, que era trasmitido en traducción simultánea a más de un
centenar de Jefes de Estado y dignatarios de la Comunidad Europea, el
Cacique Guaicaípuro Cuatemoc logró inquietar a su audiencia cuando dijo:

Aquí pues yo, Guaicaipuro Cuatemoc he venido a encontrar a los que celebran
el encuentro. 

Aquí pues yo, descendiente de los que poblaron la América hace cuarenta mil
años, he venido a encontrar a los que la encontraron hace solo quinientos
años. 

Aquí pues, nos encontramos todos. Sabemos lo que somos, y es bastante.

Nunca tendremos otra cosa.

El hermano aduanero europeo me pide papel escrito con visa para poder
descubrir a los que me descubrieron.

El hermano usurero europeo me pide pago de una deuda contraída por Judas, a
quien nunca autoricé a venderme.

El hermano leguleyo europeo me explica que toda deuda se paga con intereses
aunque sea vendiendo seres humanos y países enteros sin pedirles
consentimiento. 

Yo los voy descubriendo. También yo puedo reclamar pagos y también puedo
reclamar intereses.

Consta en el Archivo de Indias, papel sobre papel, recibo sobre recibo y
firma sobre firma, que solamente entre el año 1503 y 1660 llegaron a San
Lucas de Barrameda 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata
provenientes de América.

¿Saqueo? ¡No lo creyera yo! Porque sería pensar que los hermanos cristianos
faltaron a su Séptimo Mandamiento.

¿Expoliación? ¡Guárdeme Tanatzin de figurarme que los europeos, como Caín,
matan y niegan la sangre de su hermano!

¿Genocidio? Eso sería dar crédito a los calumniadores, como Bartolomé de las
Casas, que califican al encuentro como de destrucción de las Indias, o a
ultrosos como Arturo Uslar Pietri, que afirma que el arranque del
capitalismo y la actual civilización europea se deben a la inundación de
metales preciosos! 

¡No! Esos 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilos de plata deben ser
considerados como el primero de muchos otros préstamos amigables de América,
destinados al desarrollo de Europa. Lo contrario sería presumir la
existencia de crímenes de guerra, lo que daría derecho no sólo a exigir la
devolución inmediata, sino la indemnización por daños y perjuicios.

Yo, Guaicaiputo Cuatemoc, prefiero pensar en la menos ofensiva de estas
hipótesis. 

Tan fabulosa exportación de capitales no fueron más que el inicio de un plan
MARSHALLTESUMA, para garantizar la reconstrucción de la bárbara Europa,
arruinada por sus deplorables guerras contra los cultos musulmanes,
creadores del álgebra, la poligamia, el baño cotidiano y otros logros
superiores de la civilización.

Por eso, al celebrar el Quinto Centenario del Empréstito, podremos
preguntarnos: 

¿Han hecho los hermanos europeos un uso racional, responsable o por lo menos
productivo de los fondos tan generosamente adelantados por el Fondo
Indoamericano Internacional?

Deploramos decir que no.

En lo estratégico, lo dilapidaron en las batallas de Lepanto, en armadas
invencibles, en terceros reichs y otras formas de exterminio mutuo, sin otro
destino que terminar ocupados por las tropas gringas de la OTAN, como en
Panamá, pero sin canal.

En lo financiero, han sido incapaces, después de una moratoria de 500 años,
tanto de cancelar el capital y sus intereses, cuanto de independizarse de
las rentas líquidas, las materias primas y la energía barata que les exporta
y provee todo el Tercer Mundo.

Este deplorable cuadro corrobora la afirmación de Milton Friedman según la
cual una economía subsidiada jamás puede funcionar y nos obliga a
reclamarles, para su propio bien, el pago del capital y los intereses que,
tan generosamente hemos demorado todos estos siglos en cobrar.

Al decir esto, aclaramos que no nos rebajaremos a cobrarle a nuestro
hermanos europeos las viles y sanguinarias tasas del 20 y hasta el 30 por
ciento de interés, que los hermanos europeos le cobran a los pueblos del
Tercer Mundo. Nos limitaremos a exigir la devolución de los metales
preciosos adelantados, más el módico interés fijo del 10 por ciento,
acumulado solo durante los últimos 300 años, con 200 años de gracia.

Sobre esta base, y aplicando la fórmula europea del interés compuesto,
informamos a los descubridores que nos deben, como primer pago de su deuda,
una masa de 185 mil kilos de oro y 16 millones de plata, ambas cifras
elevadas a la potencia de 300.

Es decir, un número para cuya expresión total, serían necesarias más de 300
cifras, y que supera ampliamente el peso total del planeta Tierra.

Muy pesadas son esas moles de oro y plata. ¿Cuánto pesarían, calculadas en
sangre? 

Aducir que Europa, en medio milenio, no ha podido generar riquezas
suficientes para cancelar ese módico interés, sería tanto como admitir su
absoluto fracaso financiero y/o la demencial irracionalidad de los supuestos
del capitalismo. 

Tales cuestiones metafísicas, desde luego, no nos inquietan a los
indoamericanos. 

Pero sí exigimos la firma de una Carta de Intención que discipline a los
pueblos deudores del Viejo Continente, y que los obligue a cumplir su
compromiso mediante una pronta privatización o reconversión de Europa, que
les permita entregárnosla entera, como primer pago de la deuda histórica...

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