MERCADO REYES SANTOS on Sat, 14 Dec 2002 10:49:02 +0100 (CET)


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[nettime-lat] Las barbaridades de Joseph Stiglitz



LAS BARBARIDADES DE JOSEPH STIGLITZ
por Santos Mercado Reyes (desde México)
                                     e-mail: santosmer@hotmail.com
 
Estoy seguro que Joseph Stiglitz es un hombre lleno de cualidades: es 
un excelente padre de familia, esposo amoroso, hombre muy trabajador, 
nunca falta a sus clases...lástima que la ciencia económica no sea su 
fuerte.
 Sin embargo, ganó el Premio Nóbel de Economía recientemente (2001), 
lo que solo demuestra que en el consejo de Nobel hay hombres bastante 
miopes o izquierdistas disfrazados. Hay que reconocer que Stiglitz es 
muy popular en casi todas las universidades norteamericanas. En 
México, se le adora  en aquellas universidades que se distinguen por 
mantener una ideología marxista (UNAM, Anáhuac, ESE-IPN, UAM, etc.) Y 
es que Stiglitz es algo así como la versión moderna del viejo 
keynesianismo. No esconde su admiración y respeto por “las grandes 
enseñanzas de Lord Keynes.

Mediante un gran esfuerzo para encontrar puntos de coincidencia entre 
mis ideas y las de Joseph Stiglitz quizás podría decir que comparto su 
crítica al Fondo Monetario Internacional (FMI). Stiglitz señala las 
políticas aberrantes, equivocadas  y depredadoras del FMI. En esto 
estoy totalmente de acuerdo.
 Recordemos que el FMI nació en 1944 y que el autor intelectual fue 
precisamente el viejo maestro de Stiglitz. En efecto, el FMI fue un 
engendro keynesiano surgido de la Conferencia de Bretton Woods en 
1944, supuestamente para ayudar a los países cuyos pagos 
internacionales estaban temporalmente fuera de equilibrio. 
El FMI no es otra cosa que una burocracia internacional cuya “ayuda” 
monetaria a los gobiernos solo ha contribuido a extender el estatismo 
(socialismo) y, por lo tanto, a aumentar espantosamente la corrupción 
gubernamental en casi todos los países que reciben “ayuda” del FMI. 
Los funcionarios dispusieron a tontas y a locas de los recursos para 
hacer proyectos que solo en sus cabezas calenturientas tenían 
justificación. Por supuesto, muchos de esos recursos quedaban 
finalmente en las cuentas bancarias de los gobernantes, en bancos 
suizos, americanos, etc. En la crítica estoy de acuerdo, más no en las 
conclusiones. 
Mientras Stiglitz dice que el FMI debe cambiar sus políticas y hacer 
lo que dice Stiglitz que se debe hacer, mi conclusión es que esa 
burocracia debe desaparecer de inmediato. ¿Por qué concluimos 
diferente? Porque Stiglitz es un keynesiano que venera al Estado. Es 
de los economistas que creen que las burocracias son omnipotentes, 
omniscientes, casi dioses que pueden resolver lo que el mercado no 
puede. 
Y ya que hablamos del mercado ¿Cuál es la visión de Stiglitz acerca de 
los mercados? Bueno, me atrevo a sugerir que Stiglitz, no entiende lo 
que son los mercados, ni la función de los precios, ni el papel de la 
competencia. Para muestra, un botón. Stiglitz se lanza a criticar la 
apertura financiera, “fuente de la pobreza de los paises que la 
aplicaron”. Es decir, la política de dejar que los capitales circulen 
libremente, de un país a otro sin que estén sujetos a restricciones 
gubernamentales, sin impuestos. 
Según Stiglitz, es aceptable cuando llega capital con el fin de 
establecer industria de largo plazo porque genera trabajo mas o menos 
estable. Pero a Stiglitz no le gustan nada los “capitales golondrinos” 
que solo llegan a buscar ganancias rápidas y se van. Francamente me 
conmociona ver por qué Stiglitz no entiende este fenómeno y peor aún 
su actitud de criticar a estos “capitalistas de corto plazo”. Trataré 
explicar en pocas palabras.
 Ciertamente el capital que llega a un país, siempre llega con la 
intención de hacer ganancias. Sería muy torpe pensar que el 
capital “bueno” es aquel que persigue pérdidas. Pero la lógica del 
capital, es que éste solo puede hacer ganancias si es capaz de brindar 
algún producto o servicio que responda a las necesidades de la gente. 
Aquel capitalista que hiciere productos que nadie desea, simplemente 
se muere en poco tiempo. Así que, de manera natural, el capital que 
llega necesariamente enriquece a la sociedad, ya sea porque da empleo, 
porque da servicios, porque elabora productos, porque compra materia 
prima y con ello genera un  arrastre económico indirecto.
Cuando los empresarios ven buenas oportunidades de seguir creciendo y 
no tienen más dinero, lo que hacen es conseguirlo prestado o emiten 
acciones para que otros ciudadanos participen del proyecto, con todo 
el riesgo que ello implica. 
Una acción emitida por X empresa puede ser colocada a cien pesos, 
digamos, en el mercado primario. Una vez que la empresa coloca esa 
acción, es decir, cuando alguien la compra, la empresa ya tiene en sus 
manos el recurso y un compromiso para que dentro de un año, digamos, 
el portador de la acción acuda ante la empresa y reclame la ganancia o 
pérdida que le corresponde a su documento.
 Si esa acción de cien pesos ganó tres pesos, el portador recibirá 103 
pesos y cuento concluido. Ahora bien, la acción que fue comprada por 
alguien, puede pasar por dos, tres, cien o mil manos antes de que se 
cumpla el plazo de acudir a las puertas de la empresa. Es decir, esa 
acción puede penetrar a un mercado especulativo como si fuera 
cualquier mercancía. El que la compró en cien pesos logra venderla en 
101, este en ciento cinco, aquel en 200, otro en trescientos, etc. 
Pero estos precios no tienen ningún efecto sobre los recursos de la 
empresa. Bien puede ocurrir que el último comprador la adquiera en mil 
pesos a tan solo dos minutos antes de que acuda a la empresa para 
reclamar ganancias. Cuando lo hace, se dará cuanta que solo le van a 
dar 103 pesos. ¿Quiénes perdieron? La empresa no, los clientes de la 
empresa, tampoco; los proveedores de la empresa, menos; los vendedores 
intermedio, ni se enteran. El único que perdió es el último 
especulador. Pero perdió por tonto, por desinformado y nadie lo debe 
salvar. 
Ese es el mercado especulativo, como cualquier otro mercado. ¿Qué si 
es legítimo que funcione? Es tan legítimo como el derecho que cada uno 
tiene de vender lo que es de su propiedad. Por otro lado, no podemos 
pedirle que los especuladores no busquen ganancias “fáciles y rápidas” 
están en su derecho.
 Pero, si lo que a Stiglitz le preocupa es que se lleven sus ganancias 
al extranjero. Primero, le tendríamos que preguntar por que Stiglitz 
se siente con el derecho de  coartar la libertad de los individuos 
para hacer de su propiedad lo que les dé la gana. En segundo lugar, 
antes de condenar a los especuladores, debería Stiglitz  preocuparse 
por mirar las reglas torpes que ponen las burocracias gubernamentales 
y que inducen a la gente a protegerse en otros cielos. Finalmente, me 
atrevo a sugerir que Joseph Stiglitz es un perverso comunista que 
igual que Keynes, Soros, Krugman, Galbraith, etc. engaña a los 
incautos diciendo que “para salvar al capitalismo, el Estado debe 
tomar el control de la economía” tal como lo sugirió en su tiempo el 
trasnochado keynesianismo. 
 En otras palabras, para salvar al capitalismo, hay que hacernos 
comunistas.
 Por supuesto, Stiglitz ha sido suficientemente hábil para no 
desenmascararse tan rápido que hasta los incautos le dieron el Premio 
Nobel. 


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