fran ilich on Wed, 1 Oct 2003 23:33:13 +0200 (CEST)


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[nettime-lat] Adolescentes post-Columbine.


Adolescentes post-Columbine

³Twelve², debut literario del jovencísimo Nick McDonell, es la descripción
del páramo existencial de una panda de preuniversitarios norteamericanos
acomodados, sin otra brújula que las drogas y la violencia ROBERT
SALADRIGAS - 01/10/2003

Nacido en Nueva York en 1984, Nick McDonell publicó su primera novela,
³Twelve², en el 2002, con sólo 18 años, y, según parece, el acontecimiento
rebasó enseguida las fronteras del ámbito anglosajón. De manera que con toda
probabilidad sea el escritor más joven de la narrativa norteamericana actual
y estandarte de una novísima generación todavía balbuciente, perturbada y
perturbadora, que atrona a través de la rara sabiduría de McDonell.

He leído ³Twelve² en un par de sentadas. Y luego, ya en calma, he tratado de
ordenar mis impresiones. El relato está perfectamente estructurado en 97
breves episodios numerados y un epílogo. Transcurre entre un viernes 27 de
diciembre y el martes siguiente, con la celebración del Fin de Año. ¿A qué
año se refiere? Desde 1999 hasta 2002 ningún 27 de diciembre ha coincidido
en viernes. Y sin embargo en mi imaginación crece la sospecha de que en la
Nueva York de McDonell han sido ya derrumbadas las Torres Gemelas, y si bien
la catástrofe no se menciona ­nada remite a acontecimientos históricos­ la
ciudad respira la opresión del siglo XXI. En cualquier caso estoy convencido
de que la panda de preuniversitarios asilvestrados no se mueve en la ciudad
de los noventa, ni que sea la alucinatoria urbe de DeLillo en ³Cosmópolis²
que comenté la pasada semana. En uno de los fragmentos de la crítica
estadounidense insertados en la contraportada se dice que ³Twelve² captura
como nadie el espíritu de la generación y la cultura post-Columbine.

El personaje sobre el que McDonell carga el peso de la narración es White
Mike, un muchacho de 17 años, hijo de un empresario restaurador y una
profesora de antropología, que se ha tomado un año sabático antes de
ingresar en la universidad y, aunque no fuma ni bebe ni se droga, se ha
convertido en camello que abastece a jóvenes privilegiados como él y gana
montones de dinero. White Mike ha leído a Jack London, ³La peste² de Camus y
algo de Nietszche. Por ello se hace la ilusión de que él es distinto ya que
al menos piensa en sí mismo, ³camina con un objetivo, sabe adónde va². Pero
se equivoca. En toda la novela no destella una sola idea, ni un pensamiento
luminoso que la traspase. Según lo que muestra el narrador con una
impasibilidad aterradora, lo único que distingue a White Mike es una
cuestión de matiz: cree en su inteligencia y que ésta lo pone a salvo del
desastre mientras Timmy y Mark Rothko, Sara Ludlow, Jessica, Andrew, Tobias,
Charlie, Hunter, Warren, Claude y el resto, chicos de familias ricas y
liberales, con infancias solitarias, huérfanos de ternura, aspiran a vivir
permanentemente colocados ­Twelve es la última pastilla de diseño que
garantiza el más delicioso nirvana­ y el sexo que buscan no es tanto fuente
de placer como instrumento de huida y moneda de cambio. No aspiran a otra
cosa. Pero al fin, tras verse implicado en una terrorífica orgía de
violencia al estilo Columbine, como si de repente el mundo de plomo
estallara en mil esquirlas asesinas, White Mike no siente dolor ni pesar,
los hechos candentes en su memoria no le llevan a sentir nada, sólo a
fumarse un primer porro y a admitir, qué diablos, que le gusta. No hay más.

³Twelve² es pura desolación que transmite la virulenta resaca del vacío
moral. Intento emparentar a Nick McDonell con el viejo rebelde William S.
Burroughs, que en 1959 publicó una novela mítica sobre los estercoleros de
la droga, ³El almuerzo desnudo². Pero McDonell no es vanguardista ni
surrealista. Los libros de Burroughs fueron calificados en su momento de
posthumanistas. ¿Qué es la novela de McDonell que con un enorme, asombroso
talento narrativo y angustiosa verosimilitud, describe los hábitos y el
páramo espiritual e intelectual de un grupo de casi niños de la élite del
poder norteamericano en el arranque de sus vidas sin futuro? Un documento
antropológico o una autobiografía con leves elementos de ficción. El
compromiso del autor con su historia se limita al hecho de enfrentarse a
ella sin maquillarla con tintes moralizadores. Eso, dice, es lo que hay. Y
ciertamente sabe muy bien de lo que escribe. Hace poco me preguntaban sobre
el absurdo de la literatura ³posthumana² y no supe qué contestar. Ahora, al
leer ³Twelve², he pensado que tal vez, al margen de las cualidades
narrativas que legitiman la obra, sea un atisbo de respuesta. ¿Anuncia
McDonell con su experiencia la locura de una civilización posthumana de
hombres y mujeres corroídos, enajenados por toda suerte de ácidos, sin
vestigios de cordura, sentimientos, ideales ni códigos, es decir, despojados
de los elementales principios de la humanidad?

En este sentido el libro no da pie a ningún optimismo. Es aplastante y por
serlo y suponiendo que el morbo del éxito no desvirtúe ni envilezca la
didáctica de su testimonio, me parece altamente valioso. 

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